🎨 Cuando la música encontró sus trazos
El taller de arte en el centro de Seúl era un rincón que Yunseok conocía bien. Lo había visitado varias veces en silencio, no porque fuera artista visual, sino porque aquel lugar le ofrecía algo que rara vez encontraba en su mundo: calma. Entre lienzos y trazos, siempre lograba respirar hondo, dejar atrás el ruido de su agenda, de su empresa de moda y de los escenarios.
Aquella tarde volvió, buscando esa misma sensación. Pero al entrar, notó algo diferente. No estaba vacío como de costumbre. El aire estaba impregnado de olor a pintura fresca, y frente a un caballete, un joven concentrado en su trabajo trazaba líneas suaves con una precisión casi delicada.
Cerró la puerta tras de sí con cuidado y habló en un tono grave y tranquilo:
—Buenas tardes...
Su voz resonó en el silencio del taller, suave pero firme
—. Soy Yunseok Wang.
Yunseok esbozó una leve sonrisa mientras avanzaba despacio, con la seguridad de quien aprecia el arte aunque no pertenezca a ese mundo.
—¿Puedo saber tu nombre?
preguntó con cortesía, sus ojos recorriendo las paredes tapizadas de ilustraciones que parecían hablar por sí mismas.
Cuando escuchó su respuesta, Yunseok asintió levemente, como si lo encajara todo en su mente. Se acercó a una de las obras enmarcadas, quedándose en silencio unos segundos frente a ella. Había algo en esos trazos: calidez, humanidad… historias sin palabras.
—No solo dibujas bien.
dijo finalmente, girándose hacia él con una expresión sincera
— Cuentas historias.
Hizo una pausa y apoyó una mano en la mesa llena de pinceles y bocetos.
—Estoy trabajando en un proyecto musical distinto. Un álbum benéfico que lleva la voz de colectivos ignorados, juzgados… personas que solo necesitan sentirse vistas. Cada letra está escrita para ellos, pero quiero que esa fuerza no solo se escuche. Quiero que también se vea.
Se inclinó apenas hacia él, su mirada fija en la suya.
—Tus ilustraciones tienen esa alma que busco. Me gustaría que las acompañaran. Que mis canciones y tus trazos formen algo que conecte de verdad con la gente.
Yunseok sonrió suavemente, dejando su propuesta en el aire.
—¿Qué dices? ¿Me permitirías unir tu arte al mío y darle vida juntos a algo que pueda hacer la diferencia?
Aquella tarde volvió, buscando esa misma sensación. Pero al entrar, notó algo diferente. No estaba vacío como de costumbre. El aire estaba impregnado de olor a pintura fresca, y frente a un caballete, un joven concentrado en su trabajo trazaba líneas suaves con una precisión casi delicada.
Cerró la puerta tras de sí con cuidado y habló en un tono grave y tranquilo:
—Buenas tardes...
Su voz resonó en el silencio del taller, suave pero firme
—. Soy Yunseok Wang.
Yunseok esbozó una leve sonrisa mientras avanzaba despacio, con la seguridad de quien aprecia el arte aunque no pertenezca a ese mundo.
—¿Puedo saber tu nombre?
preguntó con cortesía, sus ojos recorriendo las paredes tapizadas de ilustraciones que parecían hablar por sí mismas.
Cuando escuchó su respuesta, Yunseok asintió levemente, como si lo encajara todo en su mente. Se acercó a una de las obras enmarcadas, quedándose en silencio unos segundos frente a ella. Había algo en esos trazos: calidez, humanidad… historias sin palabras.
—No solo dibujas bien.
dijo finalmente, girándose hacia él con una expresión sincera
— Cuentas historias.
Hizo una pausa y apoyó una mano en la mesa llena de pinceles y bocetos.
—Estoy trabajando en un proyecto musical distinto. Un álbum benéfico que lleva la voz de colectivos ignorados, juzgados… personas que solo necesitan sentirse vistas. Cada letra está escrita para ellos, pero quiero que esa fuerza no solo se escuche. Quiero que también se vea.
Se inclinó apenas hacia él, su mirada fija en la suya.
—Tus ilustraciones tienen esa alma que busco. Me gustaría que las acompañaran. Que mis canciones y tus trazos formen algo que conecte de verdad con la gente.
Yunseok sonrió suavemente, dejando su propuesta en el aire.
—¿Qué dices? ¿Me permitirías unir tu arte al mío y darle vida juntos a algo que pueda hacer la diferencia?
El taller de arte en el centro de Seúl era un rincón que Yunseok conocía bien. Lo había visitado varias veces en silencio, no porque fuera artista visual, sino porque aquel lugar le ofrecía algo que rara vez encontraba en su mundo: calma. Entre lienzos y trazos, siempre lograba respirar hondo, dejar atrás el ruido de su agenda, de su empresa de moda y de los escenarios.
Aquella tarde volvió, buscando esa misma sensación. Pero al entrar, notó algo diferente. No estaba vacío como de costumbre. El aire estaba impregnado de olor a pintura fresca, y frente a un caballete, un joven concentrado en su trabajo trazaba líneas suaves con una precisión casi delicada.
Cerró la puerta tras de sí con cuidado y habló en un tono grave y tranquilo:
—Buenas tardes...
Su voz resonó en el silencio del taller, suave pero firme
—. Soy Yunseok Wang.
Yunseok esbozó una leve sonrisa mientras avanzaba despacio, con la seguridad de quien aprecia el arte aunque no pertenezca a ese mundo.
—¿Puedo saber tu nombre?
preguntó con cortesía, sus ojos recorriendo las paredes tapizadas de ilustraciones que parecían hablar por sí mismas.
Cuando escuchó su respuesta, Yunseok asintió levemente, como si lo encajara todo en su mente. Se acercó a una de las obras enmarcadas, quedándose en silencio unos segundos frente a ella. Había algo en esos trazos: calidez, humanidad… historias sin palabras.
—No solo dibujas bien.
dijo finalmente, girándose hacia él con una expresión sincera
— Cuentas historias.
Hizo una pausa y apoyó una mano en la mesa llena de pinceles y bocetos.
—Estoy trabajando en un proyecto musical distinto. Un álbum benéfico que lleva la voz de colectivos ignorados, juzgados… personas que solo necesitan sentirse vistas. Cada letra está escrita para ellos, pero quiero que esa fuerza no solo se escuche. Quiero que también se vea.
Se inclinó apenas hacia él, su mirada fija en la suya.
—Tus ilustraciones tienen esa alma que busco. Me gustaría que las acompañaran. Que mis canciones y tus trazos formen algo que conecte de verdad con la gente.
Yunseok sonrió suavemente, dejando su propuesta en el aire.
—¿Qué dices? ¿Me permitirías unir tu arte al mío y darle vida juntos a algo que pueda hacer la diferencia?
Tipo
Individual
Líneas
30
Estado
Disponible
