• Es un guerrero sumamente honorable, sin embargo, los cazadores de dragones no merecen su honor ni mucho menos su piedad, actúan de manera traicionera, siempre con trampas y ataques a traición.

    Ha destruido a muchos de ellos de manera poco humanas y siempre deja a un sobreviviente para que cuente el horror de tratar de cazar a los únicos dragones dorados.

    Es un guerrero sumamente honorable, sin embargo, los cazadores de dragones no merecen su honor ni mucho menos su piedad, actúan de manera traicionera, siempre con trampas y ataques a traición. Ha destruido a muchos de ellos de manera poco humanas y siempre deja a un sobreviviente para que cuente el horror de tratar de cazar a los únicos dragones dorados.
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    El combate de las dos hijas del Caos

    Había entrenado a solas con Arc.
    Había invocado su armadura dracónica, sentido sus escamas abrazar mis huesos, su fuego pulsar en mis venas.
    Y aún así… me acerqué a Albedo con el corazón latiendo demasiado rápido.

    Ella levantó la vista, con esa arrogancia suya que siempre roza la amenaza.

    Albedo:
    —Hola, enana. Será mejor que te apartes. Estoy entrenando y podrías lastimarte.

    La esquina de mi ojo tiembla.
    Mi orgullo también.

    Lili:
    —¿A quién llamas enana… descerebrada?

    Una vena se le marca en la frente.
    Y se ríe.
    Se ríe mientras aprieta el puño y revienta una barra de metal como si fuera papel mojado.

    Albedo:
    —¿Quieres que peleemos, enana?

    Respiro hondo y dejo que Arc tome mi piel.
    Mis huesos crujen.
    Escamas nacen.
    La armadura dracónica cubre mi cuerpo con un brillo lunar-azulado.

    Albedo no se queda atrás.
    Se transforma en la Orca Brutal, su forma de fuerza descomunal.
    Dientes afilados.
    Músculos tensos.
    Una bestia lista para destrozar.

    Dentro de mí, la dragona resopla con desdén.

    Arc (en mi interior):
    —Engreída…

    Y entonces su voz se apaga.
    Como una llama extinguida por el viento.

    “Muéstrame de qué eres capaz.”

    Y… me destransformo.

    Totalmente.
    Sin protección.
    Sin escamas.
    Sin fuego.

    Lili (murmurando en Tharésh'Kael):
    —No me hagas esto… dragona loca…

    Albedo gruñe, encantada.

    Albedo:
    —Será mejor que vayas con todo. No voy a contenerme.

    Lili:
    —No me hace falta… soy más rápida que tú.

    El aire vibra.
    Salto.
    Le pateo el cuello en un golpe limpio, certero.

    No retrocede ni un milímetro.

    Ni. Uno.

    Antes de entender qué ha pasado, me atrapa la pierna.
    La agarra como si fuera un palo de escoba.

    Y me estampa contra el suelo.

    El impacto me corta el aire.
    Las costillas crujen.

    Y sin darme un segundo, me pisa el pecho.
    Me hunde en la tierra.
    Presiona.
    Y presiona.
    Y presiona.

    Siento cómo mis costillas se rompen.
    Cómo las astillas se clavan en mis pulmones.
    La sangre sube por mi garganta.

    No puedo respirar.
    No puedo moverme.
    Los ojos se me ponen en blanco.

    Y en ese filo entre vivir y morir… la escucho.

    Por primera vez.

    La sombra.

    Veythra.

    Su voz en Tharésh'Kael me atraviesa como una columna de hielo y fuego.

    Veythra (en mi interior):
    —Levanta, princesa del Caos.
    —Hija de Jennifer… yo te mostraré el auténtico poder del Caos.

    Mi cuerpo se recompone en un latido.
    Las costillas vuelven a su sitio.
    La sangre retrocede.
    El dolor se apaga.

    Agarro el pie de Albedo con fuerza nueva… pero ella sigue siendo más fuerte. Me zafa como si fuera un insecto.

    Y entonces ocurre.

    Del costado de mi cuerpo nace una sombra.
    Una copia perfecta de Albedo.
    Una Albedo oscura, hecha de tinieblas puras.

    La sombra-orca ruge y se abalanza sobre ella.
    El choque es brutal.
    Las dos formas se despedazan.

    Pero Albedo…
    La verdadera…
    Es demasiado.

    La hace pedazos.

    La machaca.

    Y yo…

    Yo no entiendo nada.

    Lili:
    —Basta…

    Retrocedo.
    Me aparto temblando.
    Mis pies dan un paso, luego otro.

    Y echo a correr.

    Huyo.
    Del combate.
    De Albedo.
    De Arc.
    De Veythra.
    De mí misma.

    Detrás, escucho su risa ronca.

    Albedo:
    —Ahora se ponía divertido…
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 El combate de las dos hijas del Caos Había entrenado a solas con Arc. Había invocado su armadura dracónica, sentido sus escamas abrazar mis huesos, su fuego pulsar en mis venas. Y aún así… me acerqué a Albedo con el corazón latiendo demasiado rápido. Ella levantó la vista, con esa arrogancia suya que siempre roza la amenaza. Albedo: —Hola, enana. Será mejor que te apartes. Estoy entrenando y podrías lastimarte. La esquina de mi ojo tiembla. Mi orgullo también. Lili: —¿A quién llamas enana… descerebrada? Una vena se le marca en la frente. Y se ríe. Se ríe mientras aprieta el puño y revienta una barra de metal como si fuera papel mojado. Albedo: —¿Quieres que peleemos, enana? Respiro hondo y dejo que Arc tome mi piel. Mis huesos crujen. Escamas nacen. La armadura dracónica cubre mi cuerpo con un brillo lunar-azulado. Albedo no se queda atrás. Se transforma en la Orca Brutal, su forma de fuerza descomunal. Dientes afilados. Músculos tensos. Una bestia lista para destrozar. Dentro de mí, la dragona resopla con desdén. Arc (en mi interior): —Engreída… Y entonces su voz se apaga. Como una llama extinguida por el viento. “Muéstrame de qué eres capaz.” Y… me destransformo. Totalmente. Sin protección. Sin escamas. Sin fuego. Lili (murmurando en Tharésh'Kael): —No me hagas esto… dragona loca… Albedo gruñe, encantada. Albedo: —Será mejor que vayas con todo. No voy a contenerme. Lili: —No me hace falta… soy más rápida que tú. El aire vibra. Salto. Le pateo el cuello en un golpe limpio, certero. No retrocede ni un milímetro. Ni. Uno. Antes de entender qué ha pasado, me atrapa la pierna. La agarra como si fuera un palo de escoba. Y me estampa contra el suelo. El impacto me corta el aire. Las costillas crujen. Y sin darme un segundo, me pisa el pecho. Me hunde en la tierra. Presiona. Y presiona. Y presiona. Siento cómo mis costillas se rompen. Cómo las astillas se clavan en mis pulmones. La sangre sube por mi garganta. No puedo respirar. No puedo moverme. Los ojos se me ponen en blanco. Y en ese filo entre vivir y morir… la escucho. Por primera vez. La sombra. Veythra. Su voz en Tharésh'Kael me atraviesa como una columna de hielo y fuego. Veythra (en mi interior): —Levanta, princesa del Caos. —Hija de Jennifer… yo te mostraré el auténtico poder del Caos. Mi cuerpo se recompone en un latido. Las costillas vuelven a su sitio. La sangre retrocede. El dolor se apaga. Agarro el pie de Albedo con fuerza nueva… pero ella sigue siendo más fuerte. Me zafa como si fuera un insecto. Y entonces ocurre. Del costado de mi cuerpo nace una sombra. Una copia perfecta de Albedo. Una Albedo oscura, hecha de tinieblas puras. La sombra-orca ruge y se abalanza sobre ella. El choque es brutal. Las dos formas se despedazan. Pero Albedo… La verdadera… Es demasiado. La hace pedazos. La machaca. Y yo… Yo no entiendo nada. Lili: —Basta… Retrocedo. Me aparto temblando. Mis pies dan un paso, luego otro. Y echo a correr. Huyo. Del combate. De Albedo. De Arc. De Veythra. De mí misma. Detrás, escucho su risa ronca. Albedo: —Ahora se ponía divertido…
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    El combate de las dos hijas del Caos

    Había entrenado a solas con Arc.
    Había invocado su armadura dracónica, sentido sus escamas abrazar mis huesos, su fuego pulsar en mis venas.
    Y aún así… me acerqué a Albedo con el corazón latiendo demasiado rápido.

    Ella levantó la vista, con esa arrogancia suya que siempre roza la amenaza.

    Albedo:
    —Hola, enana. Será mejor que te apartes. Estoy entrenando y podrías lastimarte.

    La esquina de mi ojo tiembla.
    Mi orgullo también.

    Lili:
    —¿A quién llamas enana… descerebrada?

    Una vena se le marca en la frente.
    Y se ríe.
    Se ríe mientras aprieta el puño y revienta una barra de metal como si fuera papel mojado.

    Albedo:
    —¿Quieres que peleemos, enana?

    Respiro hondo y dejo que Arc tome mi piel.
    Mis huesos crujen.
    Escamas nacen.
    La armadura dracónica cubre mi cuerpo con un brillo lunar-azulado.

    Albedo no se queda atrás.
    Se transforma en la Orca Brutal, su forma de fuerza descomunal.
    Dientes afilados.
    Músculos tensos.
    Una bestia lista para destrozar.

    Dentro de mí, la dragona resopla con desdén.

    Arc (en mi interior):
    —Engreída…

    Y entonces su voz se apaga.
    Como una llama extinguida por el viento.

    “Muéstrame de qué eres capaz.”

    Y… me destransformo.

    Totalmente.
    Sin protección.
    Sin escamas.
    Sin fuego.

    Lili (murmurando en Tharésh'Kael):
    —No me hagas esto… dragona loca…

    Albedo gruñe, encantada.

    Albedo:
    —Será mejor que vayas con todo. No voy a contenerme.

    Lili:
    —No me hace falta… soy más rápida que tú.

    El aire vibra.
    Salto.
    Le pateo el cuello en un golpe limpio, certero.

    No retrocede ni un milímetro.

    Ni. Uno.

    Antes de entender qué ha pasado, me atrapa la pierna.
    La agarra como si fuera un palo de escoba.

    Y me estampa contra el suelo.

    El impacto me corta el aire.
    Las costillas crujen.

    Y sin darme un segundo, me pisa el pecho.
    Me hunde en la tierra.
    Presiona.
    Y presiona.
    Y presiona.

    Siento cómo mis costillas se rompen.
    Cómo las astillas se clavan en mis pulmones.
    La sangre sube por mi garganta.

    No puedo respirar.
    No puedo moverme.
    Los ojos se me ponen en blanco.

    Y en ese filo entre vivir y morir… la escucho.

    Por primera vez.

    La sombra.

    Veythra.

    Su voz en Tharésh'Kael me atraviesa como una columna de hielo y fuego.

    Veythra (en mi interior):
    —Levanta, princesa del Caos.
    —Hija de Jennifer… yo te mostraré el auténtico poder del Caos.

    Mi cuerpo se recompone en un latido.
    Las costillas vuelven a su sitio.
    La sangre retrocede.
    El dolor se apaga.

    Agarro el pie de Albedo con fuerza nueva… pero ella sigue siendo más fuerte. Me zafa como si fuera un insecto.

    Y entonces ocurre.

    Del costado de mi cuerpo nace una sombra.
    Una copia perfecta de Albedo.
    Una Albedo oscura, hecha de tinieblas puras.

    La sombra-orca ruge y se abalanza sobre ella.
    El choque es brutal.
    Las dos formas se despedazan.

    Pero Albedo…
    La verdadera…
    Es demasiado.

    La hace pedazos.

    La machaca.

    Y yo…

    Yo no entiendo nada.

    Lili:
    —Basta…

    Retrocedo.
    Me aparto temblando.
    Mis pies dan un paso, luego otro.

    Y echo a correr.

    Huyo.
    Del combate.
    De Albedo.
    De Arc.
    De Veythra.
    De mí misma.

    Detrás, escucho su risa ronca.

    Albedo:
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    Había entrenado a solas con Arc.
    Había invocado su armadura dracónica, sentido sus escamas abrazar mis huesos, su fuego pulsar en mis venas.
    Y aún así… me acerqué a Albedo con el corazón latiendo demasiado rápido.

    Ella levantó la vista, con esa arrogancia suya que siempre roza la amenaza.

    Albedo:
    —Hola, enana. Será mejor que te apartes. Estoy entrenando y podrías lastimarte.

    La esquina de mi ojo tiembla.
    Mi orgullo también.

    Lili:
    —¿A quién llamas enana… descerebrada?

    Una vena se le marca en la frente.
    Y se ríe.
    Se ríe mientras aprieta el puño y revienta una barra de metal como si fuera papel mojado.

    Albedo:
    —¿Quieres que peleemos, enana?

    Respiro hondo y dejo que Arc tome mi piel.
    Mis huesos crujen.
    Escamas nacen.
    La armadura dracónica cubre mi cuerpo con un brillo lunar-azulado.

    Albedo no se queda atrás.
    Se transforma en la Orca Brutal, su forma de fuerza descomunal.
    Dientes afilados.
    Músculos tensos.
    Una bestia lista para destrozar.

    Dentro de mí, la dragona resopla con desdén.

    Arc (en mi interior):
    —Engreída…

    Y entonces su voz se apaga.
    Como una llama extinguida por el viento.

    “Muéstrame de qué eres capaz.”

    Y… me destransformo.

    Totalmente.
    Sin protección.
    Sin escamas.
    Sin fuego.

    Lili (murmurando en Tharésh'Kael):
    —No me hagas esto… dragona loca…

    Albedo gruñe, encantada.

    Albedo:
    —Será mejor que vayas con todo. No voy a contenerme.

    Lili:
    —No me hace falta… soy más rápida que tú.

    El aire vibra.
    Salto.
    Le pateo el cuello en un golpe limpio, certero.

    No retrocede ni un milímetro.

    Ni. Uno.

    Antes de entender qué ha pasado, me atrapa la pierna.
    La agarra como si fuera un palo de escoba.

    Y me estampa contra el suelo.

    El impacto me corta el aire.
    Las costillas crujen.

    Y sin darme un segundo, me pisa el pecho.
    Me hunde en la tierra.
    Presiona.
    Y presiona.
    Y presiona.

    Siento cómo mis costillas se rompen.
    Cómo las astillas se clavan en mis pulmones.
    La sangre sube por mi garganta.

    No puedo respirar.
    No puedo moverme.
    Los ojos se me ponen en blanco.

    Y en ese filo entre vivir y morir… la escucho.

    Por primera vez.

    La sombra.

    Veythra.

    Su voz en Tharésh'Kael me atraviesa como una columna de hielo y fuego.

    Veythra (en mi interior):
    —Levanta, princesa del Caos.
    —Hija de Jennifer… yo te mostraré el auténtico poder del Caos.

    Mi cuerpo se recompone en un latido.
    Las costillas vuelven a su sitio.
    La sangre retrocede.
    El dolor se apaga.

    Agarro el pie de Albedo con fuerza nueva… pero ella sigue siendo más fuerte. Me zafa como si fuera un insecto.

    Y entonces ocurre.

    Del costado de mi cuerpo nace una sombra.
    Una copia perfecta de Albedo.
    Una Albedo oscura, hecha de tinieblas puras.

    La sombra-orca ruge y se abalanza sobre ella.
    El choque es brutal.
    Las dos formas se despedazan.

    Pero Albedo…
    La verdadera…
    Es demasiado.

    La hace pedazos.

    La machaca.

    Y yo…

    Yo no entiendo nada.

    Lili:
    —Basta…

    Retrocedo.
    Me aparto temblando.
    Mis pies dan un paso, luego otro.

    Y echo a correr.

    Huyo.
    Del combate.
    De Albedo.
    De Arc.
    De Veythra.
    De mí misma.

    Detrás, escucho su risa ronca.

    Albedo:
    —Ahora se ponía divertido…
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    El campo de entrenamiento

    El aire aquí es más frío.
    Más claro.
    Más fácil de respirar.

    Me planto en el centro, cierro los ojos y murmuro en Tharésh'Kael, dejando que el idioma del Caos fluya sin pensar:

    —Arc… ¿cómo destruimos a la sombra?

    La respuesta no es palabra.
    Es un rugido interior.

    Arc se revuelve dentro de mi alma, serpenteando alrededor de mis emociones, furiosa por algo que no entiendo.

    Arc:
    “Deja de autocompadecerte.”
    “No podemos destruir a Veythra.”
    “Es parte del legado Queen.”
    “Ni podrías aunque quisieras…”

    Abro los ojos de golpe.

    —¿Veythra…? ¿La sombra tiene nombre?

    La dragona respira dentro de mí.
    Su fuego recorre mis costillas.

    Arc:
    “A su debido tiempo, hija de Jennifer.”
    “Primero quiero ver cómo te desenvuelves en combate.”

    Siento un tirón brusco en mi cuello, como si alguien invisible me obligara a mirar. Me giro sin querer.

    Y ahí está.

    Albedo.

    De pie en la arena del campo de entrenamiento Queen.
    Inmóvil.
    Casi expectante.
    Con esa presencia fría, blanca, impecable.

    Levanto la barbilla.
    La sombra detrás de mis ojos sonríe.
    El dragón se prepara.

    —Tst…
    De acuerdo.
    Será pan comido.
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    El campo de entrenamiento

    El aire aquí es más frío.
    Más claro.
    Más fácil de respirar.

    Me planto en el centro, cierro los ojos y murmuro en Tharésh'Kael, dejando que el idioma del Caos fluya sin pensar:

    —Arc… ¿cómo destruimos a la sombra?

    La respuesta no es palabra.
    Es un rugido interior.

    Arc se revuelve dentro de mi alma, serpenteando alrededor de mis emociones, furiosa por algo que no entiendo.

    Arc:
    “Deja de autocompadecerte.”
    “No podemos destruir a Veythra.”
    “Es parte del legado Queen.”
    “Ni podrías aunque quisieras…”

    Abro los ojos de golpe.

    —¿Veythra…? ¿La sombra tiene nombre?

    La dragona respira dentro de mí.
    Su fuego recorre mis costillas.

    Arc:
    “A su debido tiempo, hija de Jennifer.”
    “Primero quiero ver cómo te desenvuelves en combate.”

    Siento un tirón brusco en mi cuello, como si alguien invisible me obligara a mirar. Me giro sin querer.

    Y ahí está.

    Albedo.

    De pie en la arena del campo de entrenamiento Queen.
    Inmóvil.
    Casi expectante.
    Con esa presencia fría, blanca, impecable.

    Levanto la barbilla.
    La sombra detrás de mis ojos sonríe.
    El dragón se prepara.

    —Tst…
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    Será pan comido.
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    El campo de entrenamiento

    El aire aquí es más frío.
    Más claro.
    Más fácil de respirar.

    Me planto en el centro, cierro los ojos y murmuro en Tharésh'Kael, dejando que el idioma del Caos fluya sin pensar:

    —Arc… ¿cómo destruimos a la sombra?

    La respuesta no es palabra.
    Es un rugido interior.

    Arc se revuelve dentro de mi alma, serpenteando alrededor de mis emociones, furiosa por algo que no entiendo.

    Arc:
    “Deja de autocompadecerte.”
    “No podemos destruir a Veythra.”
    “Es parte del legado Queen.”
    “Ni podrías aunque quisieras…”

    Abro los ojos de golpe.

    —¿Veythra…? ¿La sombra tiene nombre?

    La dragona respira dentro de mí.
    Su fuego recorre mis costillas.

    Arc:
    “A su debido tiempo, hija de Jennifer.”
    “Primero quiero ver cómo te desenvuelves en combate.”

    Siento un tirón brusco en mi cuello, como si alguien invisible me obligara a mirar. Me giro sin querer.

    Y ahí está.

    Albedo.

    De pie en la arena del campo de entrenamiento Queen.
    Inmóvil.
    Casi expectante.
    Con esa presencia fría, blanca, impecable.

    Levanto la barbilla.
    La sombra detrás de mis ojos sonríe.
    El dragón se prepara.

    —Tst…
    De acuerdo.
    Será pan comido.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 El campo de entrenamiento El aire aquí es más frío. Más claro. Más fácil de respirar. Me planto en el centro, cierro los ojos y murmuro en Tharésh'Kael, dejando que el idioma del Caos fluya sin pensar: —Arc… ¿cómo destruimos a la sombra? La respuesta no es palabra. Es un rugido interior. Arc se revuelve dentro de mi alma, serpenteando alrededor de mis emociones, furiosa por algo que no entiendo. Arc: “Deja de autocompadecerte.” “No podemos destruir a Veythra.” “Es parte del legado Queen.” “Ni podrías aunque quisieras…” Abro los ojos de golpe. —¿Veythra…? ¿La sombra tiene nombre? La dragona respira dentro de mí. Su fuego recorre mis costillas. Arc: “A su debido tiempo, hija de Jennifer.” “Primero quiero ver cómo te desenvuelves en combate.” Siento un tirón brusco en mi cuello, como si alguien invisible me obligara a mirar. Me giro sin querer. Y ahí está. Albedo. De pie en la arena del campo de entrenamiento Queen. Inmóvil. Casi expectante. Con esa presencia fría, blanca, impecable. Levanto la barbilla. La sombra detrás de mis ojos sonríe. El dragón se prepara. —Tst… De acuerdo. Será pan comido.
    Me encocora
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  • Creo que ha sido un dia muy cansado no estaria mal una visita a la taberna.

    **Camina contando las pocas monedas de oro que le quedan**

    **Saca un diente de dragon de mediano tamaño de su inventario y empieza a inspeccionarlo**

    Espero que paguen muy bien por este colmillo de dragon, es lo unico que le pude quitar a esa bestia sin morir en el intento, si no logro venderlo estare en aprietos, ya no tengo comida, ni pociones, incluso mi espada ya necesita mantenimiento...
    Pero bueno bastantes preocupasiones por hoy me tomare una cervesa y lo vendere mañana.

    **Guarda el colmillo en el inventario y sigue caminando hasta llegar a la taberna**

    Creo que ha sido un dia muy cansado no estaria mal una visita a la taberna. **Camina contando las pocas monedas de oro que le quedan** **Saca un diente de dragon de mediano tamaño de su inventario y empieza a inspeccionarlo** Espero que paguen muy bien por este colmillo de dragon, es lo unico que le pude quitar a esa bestia sin morir en el intento, si no logro venderlo estare en aprietos, ya no tengo comida, ni pociones, incluso mi espada ya necesita mantenimiento... Pero bueno bastantes preocupasiones por hoy me tomare una cervesa y lo vendere mañana. **Guarda el colmillo en el inventario y sigue caminando hasta llegar a la taberna**
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  • Cuando la oscuridad se alza
    Fandom OC
    Categoría Acción
    Había paz, al menos así fue durante un tiempo. Pero el mago ya había comenzado con su venganza, o lo que él consideraba justicia.

    Saintr se alzaba en lo más alto de su torre, tan alta que solo se veían nubes bajo ella, pero aunque ocultaban el paisaje, él sabía con certeza que bajo ellas se encontraban las tierras y habitantes que tanto despreciaba, pero pronto serían solo un mal recuerdo.

    "Noctua, adelante."

    Su lechuza, su más fiel compañera, alzó el vuelo, su objetivo era claro, guiar al ejército.

    Varias decenas de dragones, hipogrifos, y otras criaturas voladas siguieron a la mensajera del mago, un aleteo tan potente que esparcían las nubes y dejaban divisar los campos, aldeas... Todo eso pronto dejaría de existir, aunque no era ni de lejos lo único que planeaba Saintr.

    Pronto, todas esas criaturas descendieron, atacaron pueblos, extinguieron cosechas a cenizas y, los que ya llegaban a reinos grandes, masacraban sus ejércitos.


    Había paz, al menos así fue durante un tiempo. Pero el mago ya había comenzado con su venganza, o lo que él consideraba justicia. Saintr se alzaba en lo más alto de su torre, tan alta que solo se veían nubes bajo ella, pero aunque ocultaban el paisaje, él sabía con certeza que bajo ellas se encontraban las tierras y habitantes que tanto despreciaba, pero pronto serían solo un mal recuerdo. "Noctua, adelante." Su lechuza, su más fiel compañera, alzó el vuelo, su objetivo era claro, guiar al ejército. Varias decenas de dragones, hipogrifos, y otras criaturas voladas siguieron a la mensajera del mago, un aleteo tan potente que esparcían las nubes y dejaban divisar los campos, aldeas... Todo eso pronto dejaría de existir, aunque no era ni de lejos lo único que planeaba Saintr. Pronto, todas esas criaturas descendieron, atacaron pueblos, extinguieron cosechas a cenizas y, los que ya llegaban a reinos grandes, masacraban sus ejércitos.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    6
    Estado
    Disponible
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  • - Si me escucharás hablar de amor, hablaría de ti Pendragon, aunque no lleven tu nombre mis versos, eres y serás por siempre la única dueña del corazón de acero .
    - Si me escucharás hablar de amor, hablaría de ti Pendragon, aunque no lleven tu nombre mis versos, eres y serás por siempre la única dueña del corazón de acero .
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  • —Es solo un rasguño—

    Como en tiempos del pasado, apenas se supo el rumor sobre un nido de dragones, un grupo de humanos se reunió para tratar de cazarlos bajo la idea de que matar a los dragones los convertiría en inmortales.

    Ha arrasado con todos y cada uno de ellos, incluso se puso el reto personal de hacerlo en su forma humano, ninguna de aquellas criaturas tan deshonorables merecían ver su forma verdadera.
    —Es solo un rasguño— Como en tiempos del pasado, apenas se supo el rumor sobre un nido de dragones, un grupo de humanos se reunió para tratar de cazarlos bajo la idea de que matar a los dragones los convertiría en inmortales. Ha arrasado con todos y cada uno de ellos, incluso se puso el reto personal de hacerlo en su forma humano, ninguna de aquellas criaturas tan deshonorables merecían ver su forma verdadera.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    Conversación textual entre Owen y su hermana:

    M: "¿Otra vez estás jugando a ese juego raro de citas? De verdad que no lo entiendo, que va a hacer cualquier personaje de estos si los invocas, ¿Invitar a salir al enemigo?"

    Owen la miró de reojo y sonrió, volviendo a centrarse en el videojuego.

    O: "Nop, pero es divertido, además no te preocupes, me he pasado el 'Double Dragon' hace poco."

    Marlena suspiró y negó con la cabeza, cruzándose de brazos.

    M: "Querrás decir que NOS lo hemos pasado, además técnicamente son solo dos tíos que pegan a muchos grupos, si los invocaras serían solo eso... Dos tíos."

    Owen rió un poco.

    O: "Eres una friki."

    Marlena agarró un cojín y se lo tiró a la cabeza, sonriendo y hablando sarcásticamente.

    M: "Claro, lo dice el tipo aquí presente el cuál su técnica es invocar personajes ficticios, porque eso no es para nada friki."

    O: "Touché."
    Conversación textual entre Owen y su hermana: M: "¿Otra vez estás jugando a ese juego raro de citas? De verdad que no lo entiendo, que va a hacer cualquier personaje de estos si los invocas, ¿Invitar a salir al enemigo?" Owen la miró de reojo y sonrió, volviendo a centrarse en el videojuego. O: "Nop, pero es divertido, además no te preocupes, me he pasado el 'Double Dragon' hace poco." Marlena suspiró y negó con la cabeza, cruzándose de brazos. M: "Querrás decir que NOS lo hemos pasado, además técnicamente son solo dos tíos que pegan a muchos grupos, si los invocaras serían solo eso... Dos tíos." Owen rió un poco. O: "Eres una friki." Marlena agarró un cojín y se lo tiró a la cabeza, sonriendo y hablando sarcásticamente. M: "Claro, lo dice el tipo aquí presente el cuál su técnica es invocar personajes ficticios, porque eso no es para nada friki." O: "Touché."
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