Carta de Dante a Alastor
Alastor…
Nunca imaginé que tendría que escribirte una despedida. Mucho menos una que me doliera tanto que apenas pueda sostener la pluma sin que me tiemble la mano.
Pero aquí estoy, intentando poner en palabras algo que ni siquiera sé cómo explicar.
No te escribo para reprocharte nada. Ni para pedirte que cambies. Tú eres como eres: una tormenta elegante, un desastre vestido de sonrisa, una sombra que sabe seducir incluso mientras destruye.
Y yo… yo fui el idiota que decidió caminar hacia ti aun sabiendo que iba a quemarme.
Amarte fue como abrazar fuego. Dolía, pero era hermoso. Me consumía, pero me hacía sentir vivo. Y por eso me quedé tanto tiempo, aun cuando sabía que cada paso contigo era un golpe más en mis costillas, un hilo menos en mi cordura.
No sé si alguna vez sentiste algo real por mí. No sé si fui un pasatiempo, un entretenimiento más en tu eterna búsqueda de emociones ajenas. Nunca pedí que me amaras.
Solo quería… no sé. Tal vez una señal. Un temblor en tu voz. Un segundo de vulnerabilidad. Algo que me dijera que no estaba amando solo un fantasma.
Pero incluso eso te quise perdonar.
Lo que no puedo perdonar es lo que me hice a mí mismo quedándome a tu lado.
Por eso me voy, Alastor.
No porque no te ame… sino porque te amo tanto que seguir a tu lado sería convertirme en un reflejo roto de lo que alguna vez fui.
Ojalá pudiera odiarte. Ojalá pudiera arrancarte de mi pecho como quien arranca una espina. Pero tú no eres una espina; eres una raíz. Te metiste en todas mis grietas y las llenaste de tu risa, de tu voz, de esa presencia que nunca pude comprender del todo.
Qué ironía: me voy para salvarme, y al hacerlo siento que me muero un poco.
Gracias por los momentos que sí fueron nuestros, aunque hayan sido fugaces, distorsionados o egoísticos. Gracias por hacerme sentir algo tan grande que incluso ahora, escribiendo esto, no sé cómo dejarlo ir.
Adiós, Alastor.
No vuelvas por mí.
No me busques en tus sombras ni me llames desde tus radios rotas.
Si escucho tu voz otra vez… no sabré decir que no.
Con el corazón hecho pedazos, pero con el valor de dejarlos caer,
Dante
Vergil Sparda Sparda The King Devil Carta de Dante a Alastor
Alastor…
Nunca imaginé que tendría que escribirte una despedida. Mucho menos una que me doliera tanto que apenas pueda sostener la pluma sin que me tiemble la mano.
Pero aquí estoy, intentando poner en palabras algo que ni siquiera sé cómo explicar.
No te escribo para reprocharte nada. Ni para pedirte que cambies. Tú eres como eres: una tormenta elegante, un desastre vestido de sonrisa, una sombra que sabe seducir incluso mientras destruye.
Y yo… yo fui el idiota que decidió caminar hacia ti aun sabiendo que iba a quemarme.
Amarte fue como abrazar fuego. Dolía, pero era hermoso. Me consumía, pero me hacía sentir vivo. Y por eso me quedé tanto tiempo, aun cuando sabía que cada paso contigo era un golpe más en mis costillas, un hilo menos en mi cordura.
No sé si alguna vez sentiste algo real por mí. No sé si fui un pasatiempo, un entretenimiento más en tu eterna búsqueda de emociones ajenas. Nunca pedí que me amaras.
Solo quería… no sé. Tal vez una señal. Un temblor en tu voz. Un segundo de vulnerabilidad. Algo que me dijera que no estaba amando solo un fantasma.
Pero incluso eso te quise perdonar.
Lo que no puedo perdonar es lo que me hice a mí mismo quedándome a tu lado.
Por eso me voy, Alastor.
No porque no te ame… sino porque te amo tanto que seguir a tu lado sería convertirme en un reflejo roto de lo que alguna vez fui.
Ojalá pudiera odiarte. Ojalá pudiera arrancarte de mi pecho como quien arranca una espina. Pero tú no eres una espina; eres una raíz. Te metiste en todas mis grietas y las llenaste de tu risa, de tu voz, de esa presencia que nunca pude comprender del todo.
Qué ironía: me voy para salvarme, y al hacerlo siento que me muero un poco.
Gracias por los momentos que sí fueron nuestros, aunque hayan sido fugaces, distorsionados o egoísticos. Gracias por hacerme sentir algo tan grande que incluso ahora, escribiendo esto, no sé cómo dejarlo ir.
Adiós, Alastor.
No vuelvas por mí.
No me busques en tus sombras ni me llames desde tus radios rotas.
Si escucho tu voz otra vez… no sabré decir que no.
Con el corazón hecho pedazos, pero con el valor de dejarlos caer,
Dante
[Vergil_Sparda_Oficial]
[vortex_yellow_pigeon_115]