• Necesito privacidad dios mujer entiendeee Alice Black no pienso dormir en ese lugar ni loco
    Necesito privacidad dios mujer entiendeee [spirit_onyx_fox_691] no pienso dormir en ese lugar ni loco
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  • Un grandioso día me espera que no dudaré en disfrutarlo en toda su plenitud.
    Un grandioso día me espera que no dudaré en disfrutarlo en toda su plenitud.
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  • —Que los dioses jamás escuchen tus plegarias. No permitas que hagan realidad tus deseos.
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  • Sobre una telaraña.
    Por la tarde en una sala llena de vacío.
    Por una autopista,
    Confieso que estaba perdido en las páginas
    de un libro lleno de muerte...

    Audioslave - Like a Stone

    Un orgasmo a mi canal auditivo.

    Ahora que tengo su atención. Léanse este poema también, no todo es chiste en la vida. Atentamente: La persona que se ríe de todo.

    Entre sombras camino, sin rumbo ni voz,
    la niebla me envuelve, todo pierde color.
    Preguntas sin forma me gritan sin fin,
    la noche me abraza, no quiere soltar,
    y yo sigo vivo, sin saber por qué más.
    Sobre una telaraña. Por la tarde en una sala llena de vacío. Por una autopista, Confieso que estaba perdido en las páginas de un libro lleno de muerte... Audioslave - Like a Stone Un orgasmo a mi canal auditivo. Ahora que tengo su atención. Léanse este poema también, no todo es chiste en la vida. Atentamente: La persona que se ríe de todo. Entre sombras camino, sin rumbo ni voz, la niebla me envuelve, todo pierde color. Preguntas sin forma me gritan sin fin, la noche me abraza, no quiere soltar, y yo sigo vivo, sin saber por qué más.
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  • Llevando mi grandioso traje de mis inicios, bajo mi ropa de civil.
    Llevando mi grandioso traje de mis inicios, bajo mi ropa de civil.
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  • ¿Q-qué estás mirando?. ─Musitó con melodiosa voz mientras jugaba por instinto con aquella bebida que pidiera en aquel truckfood, momentos atrás. Parecía algo impaciente ante el recién llegado, no le gustaba mucho esperar a que hablase así que soltó un suspiró y se le quedó viendo.─
    ¿Q-qué estás mirando?. ─Musitó con melodiosa voz mientras jugaba por instinto con aquella bebida que pidiera en aquel truckfood, momentos atrás. Parecía algo impaciente ante el recién llegado, no le gustaba mucho esperar a que hablase así que soltó un suspiró y se le quedó viendo.─
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  • Querida Araminta Gunningworth

    Como bien relaté en mi anterior misiva dirigida hacia ti, en esta ocasión lo que mis siguientes palabras van a contar te desgarrarán y lo más probable es que no llegues a terminar de leer mi carta, ya que acabará abrazada en las incesantes llamas de la chimenea.
    A Rosamund va a ser a la que le afecte, si es que sus sentimientos hacia Benedict Bridgerton eran sinceros y no un caprichoso inmaduro de su edad aún joven.
    Puede que a lo mejor hasta ya te imaginas lo que voy a contarte, si es así estás en lo cierto.

    El sábado pasado por la tarde se escuchaban nupcias de boda, la boda fue celebrada en el jardín del hogar familiar.
    Solo invitaron amigos muy cercanos al igual que la familia, como puedes imaginarte ni mi madre, mi esposo y yo estuvimos invitados.
    Oficialmente Benedict Bridgerton ha perdido el poco sentido común (si es que alguna vez lo tuvo) Ahora una simple fregona venido de Dios sabe donde, es la nueva señora Bridgerton.

    Me hubiera encantado tener dentro de la fiesta alguien que me informará pero como bien sabes mis aliadas hace tiempo que las perdí y son leales a otra señorita.

    Es muy posible que pronto pueda poner en marcha el acercamiento que las dos pactamos, recuerda que llevará su tiempo pero se perfectamente como ganarme su confianza.

    Cressida Fife
    Querida [Wyatt_Gunningworth] Como bien relaté en mi anterior misiva dirigida hacia ti, en esta ocasión lo que mis siguientes palabras van a contar te desgarrarán y lo más probable es que no llegues a terminar de leer mi carta, ya que acabará abrazada en las incesantes llamas de la chimenea. A Rosamund va a ser a la que le afecte, si es que sus sentimientos hacia Benedict Bridgerton eran sinceros y no un caprichoso inmaduro de su edad aún joven. Puede que a lo mejor hasta ya te imaginas lo que voy a contarte, si es así estás en lo cierto. El sábado pasado por la tarde se escuchaban nupcias de boda, la boda fue celebrada en el jardín del hogar familiar. Solo invitaron amigos muy cercanos al igual que la familia, como puedes imaginarte ni mi madre, mi esposo y yo estuvimos invitados. Oficialmente Benedict Bridgerton ha perdido el poco sentido común (si es que alguna vez lo tuvo) Ahora una simple fregona venido de Dios sabe donde, es la nueva señora Bridgerton. Me hubiera encantado tener dentro de la fiesta alguien que me informará pero como bien sabes mis aliadas hace tiempo que las perdí y son leales a otra señorita. Es muy posible que pronto pueda poner en marcha el acercamiento que las dos pactamos, recuerda que llevará su tiempo pero se perfectamente como ganarme su confianza. Cressida Fife
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  • #Mundoalterno

    Habían pasado casi dos días desde que él transporte que llevaba a los voluntarios había partido, el tiempo estimado de llegada era de unas treinta horas, por lo que la demora ya era demasiada. Casi a la noche la esposa de un compañero de Mika llamó a Hee Park muy alterada, su pareja era amigo muy cercano de Mikhail y sabían que si uno respondía podrían hablar con el otro, pero ella tampoco tenía noticias.

    Samantha: ¿Heeseung? ¿Eres tú? Dios mío no puedo creer que al fin conseguí tu número, soy Samantha, la esposa de Ray... ¿Sabes algo de nuestros esposos? Hablé con el coordinador y después de darle mil vueltas al asunto me confesó que no tenían rastro de ellos... Disculpa que te llame a esta hora cielo, pero ya no se que más hacer...
    #Mundoalterno Habían pasado casi dos días desde que él transporte que llevaba a los voluntarios había partido, el tiempo estimado de llegada era de unas treinta horas, por lo que la demora ya era demasiada. Casi a la noche la esposa de un compañero de Mika llamó a [Park_space12] muy alterada, su pareja era amigo muy cercano de Mikhail y sabían que si uno respondía podrían hablar con el otro, pero ella tampoco tenía noticias. Samantha: ¿Heeseung? ¿Eres tú? Dios mío no puedo creer que al fin conseguí tu número, soy Samantha, la esposa de Ray... ¿Sabes algo de nuestros esposos? Hablé con el coordinador y después de darle mil vueltas al asunto me confesó que no tenían rastro de ellos... Disculpa que te llame a esta hora cielo, pero ya no se que más hacer...
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  • Fragmento — “La camisa que aún huele a él”
    La tela aún conservaba su olor.

    No era perfume. No era jabón.
    Era Elian: ese aroma cálido, seco, casi imperceptible, como tierra después de la lluvia o metal tocado por el sol.

    Luna se envolvió en su camisa con las manos temblorosas.
    La dejó caer por un hombro, como si no pudiera contenerlo todo.
    El cristal del vino en su mano ni siquiera temblaba, pero su pecho sí.

    Frente a ella, el apartamento estaba en silencio.
    No como antes. No como en los días de trabajo, de guerra, de planes.
    Este silencio era distinto:
    Era el tipo de silencio que deja un vacío cuando alguien muere y no grita.

    Ella cerró los ojos. La copa ni siquiera había sido probada.

    "Cada noche me pongo su camisa.
    No por romanticismo.
    Sino porque a veces… me da miedo olvidar cómo se sentía el mundo cuando él aún estaba aquí."

    Su espalda tocó la pared fría.
    El cristal de la ventana devolvía su reflejo, pero no se reconocía.
    No era Luna la que aparecía allí. Era lo que quedó de ella.

    "Elian.
    Dijiste que no me dejarías sola.
    Mentiste tan bien… que aún me siento acompañada."

    Una lágrima cayó. No brillaba.
    Era oscura, densa, casi como tinta:
    la tristeza de una diosa que amó demasiado tarde.
    Fragmento — “La camisa que aún huele a él” La tela aún conservaba su olor. No era perfume. No era jabón. Era Elian: ese aroma cálido, seco, casi imperceptible, como tierra después de la lluvia o metal tocado por el sol. Luna se envolvió en su camisa con las manos temblorosas. La dejó caer por un hombro, como si no pudiera contenerlo todo. El cristal del vino en su mano ni siquiera temblaba, pero su pecho sí. Frente a ella, el apartamento estaba en silencio. No como antes. No como en los días de trabajo, de guerra, de planes. Este silencio era distinto: Era el tipo de silencio que deja un vacío cuando alguien muere y no grita. Ella cerró los ojos. La copa ni siquiera había sido probada. "Cada noche me pongo su camisa. No por romanticismo. Sino porque a veces… me da miedo olvidar cómo se sentía el mundo cuando él aún estaba aquí." Su espalda tocó la pared fría. El cristal de la ventana devolvía su reflejo, pero no se reconocía. No era Luna la que aparecía allí. Era lo que quedó de ella. "Elian. Dijiste que no me dejarías sola. Mentiste tan bien… que aún me siento acompañada." Una lágrima cayó. No brillaba. Era oscura, densa, casi como tinta: la tristeza de una diosa que amó demasiado tarde.
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  • ⊹ ❛ ᴛʜᴇ ᴍʏᴏsᴏᴛɪs ғʟᴏᴡᴇʀ as 𝓯orget me not , and Lucy Gray as the singing 𝑚𝑜𝑐𝑘𝑖𝑛𝑔𝑗𝑎𝑦. Is the show really over?
    ⤷ ⋆ Penned by Jackie ! [ #writting #canon ]

    Para Lucy Gray, correr no era una experiencia nueva, escapar era una extraña norma que de un momento a otro tomó fuerza, escapar de los peacekeepers… salirse con la suya. Algunos corrían porque querían gobernar el mundo que esperaba a ser conquistado, e inevitablemente veía eso en Coriolanus Snow, su mentor, y a la vez, un guerrero, alguien que podía levantar un pueblo desde el polvo.

    Para peor, o para mejor.

    Y esa misma esperanza, cambiante como el océano, la hizo detenerse en sus pasos, incluso con la fuerza del humo que parece quitarle el humo de los pulmones para salir de su boca después de haberle arrebatado las cuerdas vocales. El Capitolio, esperando quitarle todo, no podía quitarle también a su mentos.

    “¡Por favor!”

    ¿Sería un pecado decir que en aquella voz rota logró reflejarse por primera vez? Ya no eran palabras estiradas, o una voz llena de autoritarismo propio del Capitolio, no, era simplemente un humano, tan roto cómo ella, como aquellos de los distritos.

    Porque su corazón se estrujó, y antes de darse cuenta, ya estaba volviendo en sus pasos, con más esfuerzo del que se necesitaba, no solo por la explosión, sino también por el hambre, y por las cadenas que querían retrasarla.

    Tose, tose, buscando alivianar el ardor en su torso que quema desde dentro, la mezcla del humo con el polvo quiere derrumbarla. Sus ojos oscuros buscan con la mirada a Coriolanus, quien se aferra con fuerza a su vestido achicharrado, o bueno, lo que queda del vestido que alguna vez fue de su madre.

    Porque el rostro de su madre es borroso, se ha perdido entre tantas nuevas memorias, porque Lucy se había prometido recordar algo más importante que el rostro, había dejado morir ese capitulo de su vida antes de que transformara todo lo demás a fuego y cenizas. Mira a Coriolanus, y entonces, las fuerzas parecen renovadas, cómo si repentinamente todos los pecados hubiesen sido perdonados, y ahora tuviera una fuerza para luchar.

    Si no murió antes, quizá moriría ahora, pero la adrenalina, las cenizas, el humo, los cadáveres, la hacían no detenerse a pesar del flaqueo: cómo un fénix recién nacido, Lucy Gray se preguntaba: “¿Qué harás ahora? ¿Cuánto estás dispuesta a perder?”

    Cómo un fénix, tenía el deber de alzarse, no por ella, sino por aquel chico que la había hecho sentir escuchada, vista. No era jugar dios, sino más bien, no olvidar aquella humanidad que las aves parecían recoger de las sobras humanas, encontradas en el aterrizaje después de un largo vuelo.

    --¡Coriolanus!—Lucy le grita, entre el propio pitido de sus oídos, entre la neblina que amenaza consumir todo, el mismo lugar donde la muerte se está escondiendo, llevándose la cuota que Lucy Gray conoce tan bien, tan de cerca, pero hay seguridad en sus pasos, entonces, el canto para evitar que Coriolanus sucumba al sueño eterno, comienza, una voz rasposa y gastada, pero con un esfuerzo sincero:

    ...Porque el ave en algún momento de la muerte se enamoró, siempre quería su compañía, pero las manos huesudas siempre le huían, el ave siempre le decía:
    “Querida mía, tu mano he de tomar, juntos eternamente vamos a cantar.”
    La guadaña siempre se reía, y entre risas le respondía.
    “¡Ni lo pienses, ave querida! Tienes amor aquí en la vida, que te cura las heridas, quizá en la lapida desvanecida volveremos a encontrarnos. Hasta entonces, camina precavida.”

    Lucy Gray observa al chico reírse con esfuerzo, siendo que está más cerca de la inconsciencia que otra cosa, como si quisiese darse por vencido, pero a pesar de todo, estuviese luchando por no caer.

    “Querida mía, tu melodía en vez de lastimar, me causa añoranza y felicidad. Entre el vuelo, estaré esperando el estrello, que, en tus manos, estoy segura que será lleno de bondad.”

    Los paramédicos entran con rapidez hacia el gran estadio, ella sabe lo que se aproxima. Sin embargo, al darle la ultima mirada a su mentor, no se arrepiente de la decisión tomada. A pesar de todo, sigue siendo humana, incluso si eso la hizo quedar tumbada en el suelo con el cuerpo lastimado, y un cañón frío en el cuello.

    Incluso si significó terminar aprisionada otra vez, como un ave sin alas, mientras la nieve seguía cayendo en la cima, en una postura excelente.

    ⊹ ❛ ᴛʜᴇ ᴍʏᴏsᴏᴛɪs ғʟᴏᴡᴇʀ as 𝓯orget me not , and Lucy Gray as the singing 𝑚𝑜𝑐𝑘𝑖𝑛𝑔𝑗𝑎𝑦. Is the show really over? ⤷ ⋆ Penned by Jackie ! [ #writting #canon ] Para Lucy Gray, correr no era una experiencia nueva, escapar era una extraña norma que de un momento a otro tomó fuerza, escapar de los peacekeepers… salirse con la suya. Algunos corrían porque querían gobernar el mundo que esperaba a ser conquistado, e inevitablemente veía eso en Coriolanus Snow, su mentor, y a la vez, un guerrero, alguien que podía levantar un pueblo desde el polvo. Para peor, o para mejor. Y esa misma esperanza, cambiante como el océano, la hizo detenerse en sus pasos, incluso con la fuerza del humo que parece quitarle el humo de los pulmones para salir de su boca después de haberle arrebatado las cuerdas vocales. El Capitolio, esperando quitarle todo, no podía quitarle también a su mentos. “¡Por favor!” ¿Sería un pecado decir que en aquella voz rota logró reflejarse por primera vez? Ya no eran palabras estiradas, o una voz llena de autoritarismo propio del Capitolio, no, era simplemente un humano, tan roto cómo ella, como aquellos de los distritos. Porque su corazón se estrujó, y antes de darse cuenta, ya estaba volviendo en sus pasos, con más esfuerzo del que se necesitaba, no solo por la explosión, sino también por el hambre, y por las cadenas que querían retrasarla. Tose, tose, buscando alivianar el ardor en su torso que quema desde dentro, la mezcla del humo con el polvo quiere derrumbarla. Sus ojos oscuros buscan con la mirada a Coriolanus, quien se aferra con fuerza a su vestido achicharrado, o bueno, lo que queda del vestido que alguna vez fue de su madre. Porque el rostro de su madre es borroso, se ha perdido entre tantas nuevas memorias, porque Lucy se había prometido recordar algo más importante que el rostro, había dejado morir ese capitulo de su vida antes de que transformara todo lo demás a fuego y cenizas. Mira a Coriolanus, y entonces, las fuerzas parecen renovadas, cómo si repentinamente todos los pecados hubiesen sido perdonados, y ahora tuviera una fuerza para luchar. Si no murió antes, quizá moriría ahora, pero la adrenalina, las cenizas, el humo, los cadáveres, la hacían no detenerse a pesar del flaqueo: cómo un fénix recién nacido, Lucy Gray se preguntaba: “¿Qué harás ahora? ¿Cuánto estás dispuesta a perder?” Cómo un fénix, tenía el deber de alzarse, no por ella, sino por aquel chico que la había hecho sentir escuchada, vista. No era jugar dios, sino más bien, no olvidar aquella humanidad que las aves parecían recoger de las sobras humanas, encontradas en el aterrizaje después de un largo vuelo. --¡Coriolanus!—Lucy le grita, entre el propio pitido de sus oídos, entre la neblina que amenaza consumir todo, el mismo lugar donde la muerte se está escondiendo, llevándose la cuota que Lucy Gray conoce tan bien, tan de cerca, pero hay seguridad en sus pasos, entonces, el canto para evitar que Coriolanus sucumba al sueño eterno, comienza, una voz rasposa y gastada, pero con un esfuerzo sincero: ...Porque el ave en algún momento de la muerte se enamoró, siempre quería su compañía, pero las manos huesudas siempre le huían, el ave siempre le decía: “Querida mía, tu mano he de tomar, juntos eternamente vamos a cantar.” La guadaña siempre se reía, y entre risas le respondía. “¡Ni lo pienses, ave querida! Tienes amor aquí en la vida, que te cura las heridas, quizá en la lapida desvanecida volveremos a encontrarnos. Hasta entonces, camina precavida.” Lucy Gray observa al chico reírse con esfuerzo, siendo que está más cerca de la inconsciencia que otra cosa, como si quisiese darse por vencido, pero a pesar de todo, estuviese luchando por no caer. “Querida mía, tu melodía en vez de lastimar, me causa añoranza y felicidad. Entre el vuelo, estaré esperando el estrello, que, en tus manos, estoy segura que será lleno de bondad.” Los paramédicos entran con rapidez hacia el gran estadio, ella sabe lo que se aproxima. Sin embargo, al darle la ultima mirada a su mentor, no se arrepiente de la decisión tomada. A pesar de todo, sigue siendo humana, incluso si eso la hizo quedar tumbada en el suelo con el cuerpo lastimado, y un cañón frío en el cuello. Incluso si significó terminar aprisionada otra vez, como un ave sin alas, mientras la nieve seguía cayendo en la cima, en una postura excelente.
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