• -Hoy me siento atrapada en las garras de una oscuridad insondable, un ser maligno que acecha cada rincón de mi ser sin descanso. Sus ojos invisibles parecen seguir cada uno de mis movimientos, observándome en silencio desde el rincón más sombrío de mi habitación. Cada noche, su presencia se hace más palpable, envolviéndome en un aire denso y opresivo que me obliga a obedecer sus insinuaciones de forma mecánica y temerosa.

    Cada solicitud de este ser siniestro es una orden que debo cumplir sin rechistar, consciente de que el más mínimo error desencadenará un castigo despiadado y consecuencias devastadoras para mi frágil existencia. Aunque intento encerrarlo en el laberinto de mi piel y ocultarlo en el silencio de mis pensamientos, descubro con espanto que un corazón que palpita con miedo siempre deja rastros visibles.

    Se cuela a través de las fisuras más diminutas de mi ser, manifestándose en la oscuridad de una mirada furtiva o en la sombra de un gesto apenas perceptible. Este ser de sombras parece conocer mis debilidades más íntimas, explorando mis recovecos más oscuros con una astucia diabólica que me deja indefenso ante su influencia insidiosa.

    Hoy, más que nunca, siento la presión ineludible de su presencia, envolviéndome en una telaraña de miedo y sombras que amenaza con devorar mi ser entero. ¿Cómo escapar de este ente malévolo que parece tener el control absoluto sobre mí? Mis pensamientos se agitan en un torbellino de incertidumbre y desasosiego, mientras lucho por mantener mi cordura en medio de la oscuridad que amenaza con engullirme.

    Mañana será otro día en la lucha constante contra esta fuerza desconocida que se agazapa en las sombras de mi existencia, pero por ahora, debo enfrentar la noche con valentía y resistir la tentación de sucumbir ante la oscuridad que me rodea.

    El temor se mezcla con la determinación en mi corazón, mientras la batalla interna contra este ser de sombras alcanza su punto álgido en la penumbra de mi habitación.

    Con desasosiego y determinación...
    -Hoy me siento atrapada en las garras de una oscuridad insondable, un ser maligno que acecha cada rincón de mi ser sin descanso. Sus ojos invisibles parecen seguir cada uno de mis movimientos, observándome en silencio desde el rincón más sombrío de mi habitación. Cada noche, su presencia se hace más palpable, envolviéndome en un aire denso y opresivo que me obliga a obedecer sus insinuaciones de forma mecánica y temerosa. Cada solicitud de este ser siniestro es una orden que debo cumplir sin rechistar, consciente de que el más mínimo error desencadenará un castigo despiadado y consecuencias devastadoras para mi frágil existencia. Aunque intento encerrarlo en el laberinto de mi piel y ocultarlo en el silencio de mis pensamientos, descubro con espanto que un corazón que palpita con miedo siempre deja rastros visibles. Se cuela a través de las fisuras más diminutas de mi ser, manifestándose en la oscuridad de una mirada furtiva o en la sombra de un gesto apenas perceptible. Este ser de sombras parece conocer mis debilidades más íntimas, explorando mis recovecos más oscuros con una astucia diabólica que me deja indefenso ante su influencia insidiosa. Hoy, más que nunca, siento la presión ineludible de su presencia, envolviéndome en una telaraña de miedo y sombras que amenaza con devorar mi ser entero. ¿Cómo escapar de este ente malévolo que parece tener el control absoluto sobre mí? Mis pensamientos se agitan en un torbellino de incertidumbre y desasosiego, mientras lucho por mantener mi cordura en medio de la oscuridad que amenaza con engullirme. Mañana será otro día en la lucha constante contra esta fuerza desconocida que se agazapa en las sombras de mi existencia, pero por ahora, debo enfrentar la noche con valentía y resistir la tentación de sucumbir ante la oscuridad que me rodea. El temor se mezcla con la determinación en mi corazón, mientras la batalla interna contra este ser de sombras alcanza su punto álgido en la penumbra de mi habitación. Con desasosiego y determinación...
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  • —Mi expresión decía mucho Pero mis labios guardaban silencio por tratar de encontrar las respuestas que busco mientras en mis pensamientos se desarrollaba una batalla interna quería decirle muchas cosas quería explotar contra el pero ver esos ojos que solo buscaban en mi alivio anhelo un lugar seguro no sabía cómo reaccionar toda esa frustración ira desesperacion todo se desvaneció por ver esos ojos —

    Que debo hacer......
    —Mi expresión decía mucho Pero mis labios guardaban silencio por tratar de encontrar las respuestas que busco mientras en mis pensamientos se desarrollaba una batalla interna quería decirle muchas cosas quería explotar contra el pero ver esos ojos que solo buscaban en mi alivio anhelo un lugar seguro no sabía cómo reaccionar toda esa frustración ira desesperacion todo se desvaneció por ver esos ojos — Que debo hacer......
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    Fandom Oc
    Categoría Acción
    Cinco meses habían pasado desde la batalla contra James Vulture, y Takeru había dedicado cada día a mejorar, entrenando en total aislamiento, alejado de la ciudad que conocía tan bien. La victoria había dejado cicatrices, no solo físicas, sino también mentales. La intensidad de aquella pelea, la rabia que sentía al enfrentarse a su antiguo rival, le dejó una lección amarga pero valiosa: la impulsividad y la rabia no eran la clave para ser fuerte, sino la calma y el control.

    El joven había pasado meses entrenando en un bosque apartado, en una región remota, donde el aire fresco y la soledad le daban el espacio para redescubrir su arte. Su estilo de boxeo había cambiado radicalmente. Ya no era el chico impulsivo, el que atacaba sin pensar, lleno de ira y pasión. Ahora, su boxeo era fluido, meticuloso, casi elegante. Había aprendido a leer a su oponente antes de hacer un solo movimiento, y sus golpes se volvieron más certeros, calculados y rápidos.

    El cambio era evidente no solo en su forma de pelear, sino también en su actitud. Takeru ya no reaccionaba ante las provocaciones ni se dejaba llevar por el instinto. Ahora caminaba por la vida con una serenidad que sorprendía a quienes le conocían. Había algo en su mirada, una profundidad tranquila que contrastaba con la energía impulsiva que alguna vez lo definió. La furia había sido reemplazada por una concentración casi zen, una paz interior que le permitía ver el mundo de una manera diferente.

    Cuando regresó a su ciudad, la transformación era imposible de ignorar. Su cuerpo, antes algo delgado y tenso, ahora mostraba una musculatura definida, sin la exageración de los músculos forzados. Su rostro, antes siempre marcado por la tensión, tenía una calma que reflejaba su nuevo estado mental. Los cabellos, que antes caían desordenados sobre su frente, ahora se encontraban más cuidados, y su ropa, aunque sencilla, parecía haber sido escogida con más cuidado.

    El regreso de Takeru no pasó desapercibido. Los viejos conocidos, que recordaban a un chico impetuoso, casi arrogante, no pudieron evitar sorprenderse al ver a alguien tan diferente. Incluso aquellos que lo veían como un rival de poca monta ahora lo miraban con respeto. Había algo diferente en él, algo que inspiraba no solo curiosidad, sino también una sensación de invulnerabilidad tranquila.

    A su paso por las calles de la ciudad, se dio cuenta de cuán distante había llegado de ese joven impetuoso que una vez peleó sin pensar. Aun así, sabía que la batalla interna nunca terminaría. Pero ahora tenía las herramientas, el conocimiento y la serenidad para enfrentarse no solo a los oponentes en el ring, sino también a sus propios demonios.
    Cinco meses habían pasado desde la batalla contra James Vulture, y Takeru había dedicado cada día a mejorar, entrenando en total aislamiento, alejado de la ciudad que conocía tan bien. La victoria había dejado cicatrices, no solo físicas, sino también mentales. La intensidad de aquella pelea, la rabia que sentía al enfrentarse a su antiguo rival, le dejó una lección amarga pero valiosa: la impulsividad y la rabia no eran la clave para ser fuerte, sino la calma y el control. El joven había pasado meses entrenando en un bosque apartado, en una región remota, donde el aire fresco y la soledad le daban el espacio para redescubrir su arte. Su estilo de boxeo había cambiado radicalmente. Ya no era el chico impulsivo, el que atacaba sin pensar, lleno de ira y pasión. Ahora, su boxeo era fluido, meticuloso, casi elegante. Había aprendido a leer a su oponente antes de hacer un solo movimiento, y sus golpes se volvieron más certeros, calculados y rápidos. El cambio era evidente no solo en su forma de pelear, sino también en su actitud. Takeru ya no reaccionaba ante las provocaciones ni se dejaba llevar por el instinto. Ahora caminaba por la vida con una serenidad que sorprendía a quienes le conocían. Había algo en su mirada, una profundidad tranquila que contrastaba con la energía impulsiva que alguna vez lo definió. La furia había sido reemplazada por una concentración casi zen, una paz interior que le permitía ver el mundo de una manera diferente. Cuando regresó a su ciudad, la transformación era imposible de ignorar. Su cuerpo, antes algo delgado y tenso, ahora mostraba una musculatura definida, sin la exageración de los músculos forzados. Su rostro, antes siempre marcado por la tensión, tenía una calma que reflejaba su nuevo estado mental. Los cabellos, que antes caían desordenados sobre su frente, ahora se encontraban más cuidados, y su ropa, aunque sencilla, parecía haber sido escogida con más cuidado. El regreso de Takeru no pasó desapercibido. Los viejos conocidos, que recordaban a un chico impetuoso, casi arrogante, no pudieron evitar sorprenderse al ver a alguien tan diferente. Incluso aquellos que lo veían como un rival de poca monta ahora lo miraban con respeto. Había algo diferente en él, algo que inspiraba no solo curiosidad, sino también una sensación de invulnerabilidad tranquila. A su paso por las calles de la ciudad, se dio cuenta de cuán distante había llegado de ese joven impetuoso que una vez peleó sin pensar. Aun así, sabía que la batalla interna nunca terminaría. Pero ahora tenía las herramientas, el conocimiento y la serenidad para enfrentarse no solo a los oponentes en el ring, sino también a sus propios demonios.
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  • ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ✦ 𝒎𝒐𝒏𝒐𝒓𝒐𝒍ㅤㅤㅤㅤ
    ㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤㅤEn la penumbra de aquella habitación de hotel, Hope Mikaelson, la heredera del linaje Mikaelson se encontraba inmersa en su propia danza de oscuridad. Los destellos rojizos de la sangre fresca destilaban un aura siniestra mientras se servía la esencia vital en una copa de cristal fino, una copa llena de sangre que había pertenecido a una camarera cuyo destino había sido sellado por un encuentro casual.

    ㅤㅤㅤㅤㅤEl repiqueteo de la gota carmesí resonaba en la estancia, acompañado por el susurro inquietante de la noche. El rostro de Hope, normalmente imperturbable, mostraba una fría determinación mientras su humanidad intentaba alzarse desde las profundidades de su ser vampírico. La camarera, cuya memoria aún estaba fresca en su mente, representaba un mero instrumento para saciar su sed sin piedad.

    ㅤㅤㅤㅤㅤLa habitación del hotel, testigo de secretos oscuros y encuentros efímeros, se convertía en el escenario de una batalla interna. Hope, en su aislamiento nocturno, resistía a la humanidad que, como un susurro persistente, intentaba aflorar después de días de latencia. Cada sorbo de sangre era una barrera contra la empatía y la compasión que intentaban abrirse camino.

    ㅤㅤㅤㅤㅤEl zumbido de la ciudad en la distancia contrastaba con la quietud interna de Hope, quien se aferraba a la oscuridad con uñas y dientes. La copa se alzaba con elegancia mortal, pero los ojos de la vampira revelaban una tormenta interna. Su refugio temporal en la habitación de hotel se convertía en el escenario de una lucha silenciosa, donde la frialdad de su naturaleza vampírica se enfrentaba a la tenue chispa de su humanidad renaciente, y Hope Mikaelson, la portadora de una dualidad oscura, se mantenía en el umbral, resistiendo el resurgimiento de su propia humanidad.
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ✦ 𝒎𝒐𝒏𝒐𝒓𝒐𝒍ㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤEn la penumbra de aquella habitación de hotel, Hope Mikaelson, la heredera del linaje Mikaelson se encontraba inmersa en su propia danza de oscuridad. Los destellos rojizos de la sangre fresca destilaban un aura siniestra mientras se servía la esencia vital en una copa de cristal fino, una copa llena de sangre que había pertenecido a una camarera cuyo destino había sido sellado por un encuentro casual. ㅤㅤㅤㅤㅤEl repiqueteo de la gota carmesí resonaba en la estancia, acompañado por el susurro inquietante de la noche. El rostro de Hope, normalmente imperturbable, mostraba una fría determinación mientras su humanidad intentaba alzarse desde las profundidades de su ser vampírico. La camarera, cuya memoria aún estaba fresca en su mente, representaba un mero instrumento para saciar su sed sin piedad. ㅤㅤㅤㅤㅤLa habitación del hotel, testigo de secretos oscuros y encuentros efímeros, se convertía en el escenario de una batalla interna. Hope, en su aislamiento nocturno, resistía a la humanidad que, como un susurro persistente, intentaba aflorar después de días de latencia. Cada sorbo de sangre era una barrera contra la empatía y la compasión que intentaban abrirse camino. ㅤㅤㅤㅤㅤEl zumbido de la ciudad en la distancia contrastaba con la quietud interna de Hope, quien se aferraba a la oscuridad con uñas y dientes. La copa se alzaba con elegancia mortal, pero los ojos de la vampira revelaban una tormenta interna. Su refugio temporal en la habitación de hotel se convertía en el escenario de una lucha silenciosa, donde la frialdad de su naturaleza vampírica se enfrentaba a la tenue chispa de su humanidad renaciente, y Hope Mikaelson, la portadora de una dualidad oscura, se mantenía en el umbral, resistiendo el resurgimiento de su propia humanidad.
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