— Bien, toma una bocanada de aire lentamente hasta llenar tus pulmones. Sostenlo seis segundos, ocho sería genial, y lentamente deja que el aire se salga. Relaja los hombros, deja de apretar la mandíbula y quiero que internalices el hecho que no hay nada en tres estrellas a la redonda que vaya a poder tocarte si yo no lo permito. Estás seguro. —
𝖲𝖾𝗋 𝗎𝗇 𝗉𝗋𝗈𝖿𝖾𝗌𝗈𝗋 𝖾𝗇 𝖾𝗅 𝗂𝗇𝗌𝗍𝗂𝗍𝗎𝗍𝗈 𝗍𝖾𝗇ı́𝖺 𝗆𝖾𝗇𝗈𝗌 𝗊𝗎𝖾 𝗏𝖾𝗋 𝗌𝗈𝖻𝗋𝖾 𝗅𝖺𝗌 𝖼𝗎𝖺𝗅𝗂𝖿𝗂𝖼𝖺𝖼𝗂𝗈𝗇𝖾𝗌 𝗊𝗎𝖾 𝗉𝗎𝖽𝗂𝖾𝗋𝖺 𝖽𝖺𝗋 𝗎𝗇𝗈𝗌 𝗄𝗂𝗅𝗈𝗀𝗋𝖺𝗆𝗈𝗌 𝖽𝖾 𝗅𝗂𝖻𝗋𝗈𝗌 𝗒 𝗆𝖺́𝗌 𝖼𝗈𝗇 𝖾𝗅 𝖺𝗎𝗍𝖾́𝗇𝗍𝗂𝖼𝗈 𝖼𝗈𝗇𝖼𝖾𝗉𝗍𝗈 𝖽𝖾 𝗌𝖾𝗋 𝗎𝗇 𝖾𝗑𝗉𝖾𝗋𝗍𝗈. 𝖯𝗈𝗋 𝗌𝗎𝗉𝗎𝖾𝗌𝗍𝗈, 𝗅𝖺 𝗉𝗌𝗂𝖼𝗈𝗅𝗈𝗀ı́𝖺 𝗌𝖾 𝖾𝖼𝗁𝖺𝖻𝖺 𝖺 𝗅𝗈𝗌 𝗉𝗂𝖾𝗌 𝖽𝖾 𝗅𝗈𝗌 𝗀𝗋𝖺𝗇𝖽𝖾𝗌 𝗉𝖾𝗇𝗌𝖺𝖽𝗈𝗋𝖾𝗌, 𝗉𝖾𝗋𝗈 𝗎𝗇 𝗉𝗌𝗂𝖼𝗈 𝖺𝖼𝗈𝗆𝗉𝖺𝗇̃𝖺𝗇𝗍𝖾 𝗇𝗈 𝗉𝗋𝖾𝗍𝖾𝗇𝖽ı́𝖺 𝗏𝖾𝗇𝗂𝗋 𝖼𝗈𝗇 𝗅𝖺 𝖼𝗎𝗋𝖺 𝗆𝖺́𝗀𝗂𝖼𝖺 𝗇𝗂 𝖾𝗅 𝖺𝗓𝗈𝗍𝖾 𝖼𝖾𝗋𝗍𝖾𝗋𝗈 𝗊𝗎𝖾 𝗍𝖾 𝗂𝗆𝗉𝗎𝗅𝗌𝖾 𝖺𝗅 𝖼𝖺𝗆𝗂𝗇𝗈 𝖼𝗈𝗋𝗋𝖾𝖼𝗍𝗈. 𝖤𝗋𝖺 𝗎𝗇 𝖾𝗇𝖿𝖾𝗋𝗆𝖾𝗋𝗈 𝗊𝗎𝖾 𝖼𝗎𝗋𝖺𝖻𝖺 𝗅𝖺𝗌 𝗁𝖾𝗋𝗂𝖽𝖺𝗌 𝖽𝖾𝗅 𝖼𝖺𝗆𝗂𝗇𝗈, 𝗎𝗇 𝖼𝖺𝗋𝗍𝗈́𝗀𝗋𝖺𝖿𝗈 𝗊𝗎𝖾 𝗌𝗈𝗌𝗍𝖾𝗇ı́𝖺 𝖾𝗅 𝗉𝖺𝗉𝖾𝗅 𝗆𝗂𝖾𝗇𝗍𝗋𝖺𝗌 𝗍𝗎́ 𝖽𝗂𝖻𝗎𝗃𝖺𝖻𝖺𝗌 𝗅𝗈𝗌 𝗌𝖾𝗇𝖽𝖾𝗋𝗈𝗌, 𝗅𝖺 𝗉𝖾𝗋𝗌𝗈𝗇𝖺 𝗊𝗎𝖾 𝗌𝗈𝗌𝗍𝖾𝗇ı́𝖺 𝗍𝗎 𝗆𝖺𝗇𝗈 𝖺𝗅 𝗍𝗋𝗈𝗉𝖾𝗓𝖺𝗋, 𝗇𝗈 𝖾𝗅 𝗊𝗎𝖾 𝗍𝖾 𝖼𝖺𝗋𝗀𝖺𝖻𝖺.
— Vas a sentirte un poco desorientado por unos minutos, no entres en pánico, los recuerdos están reorganizándose. Voy a narrar lo que sucedió hoy, no para educarte, sino para que lo que está buscando regresar a su lugar tenga un punto de partida. —
𝖴𝗇𝖺 𝖼𝗁𝖺𝗋𝗈𝗅𝖺 𝖽𝖾 𝗀𝖺𝗅𝗅𝖾𝗍𝖺𝗌 𝗏𝗈𝗅𝗈́ 𝖽𝖾𝗅 𝖺𝗉𝖺𝗋𝖺𝖽𝗈𝗋 𝗁𝖺𝖼𝗂𝖺 𝗅𝖺 𝗆𝖾𝗌𝗂𝗅𝗅𝖺 𝖽𝖾 𝖼𝖺𝖿𝖾́, 𝗅𝖺𝗌 𝗍𝖺𝗓𝖺𝗌 𝗁𝗎𝗆𝖾𝖺𝖻𝖺𝗇 𝖺𝗇𝗂𝗆𝖺𝖽𝖺𝗌 𝖽𝗂𝖻𝗎𝗃𝖺𝗇𝖽𝗈 𝗍𝖾𝗋𝗇𝗎𝗋𝖺𝗌 𝗌𝗂𝗇 𝗌𝖾𝗇𝗍𝗂𝖽𝗈 𝖾𝗇 𝖾𝗅 𝖺𝗂𝗋𝖾 𝖼𝗈𝗇 𝖺𝗋𝗈𝗆𝖺 𝖺 𝖼𝗁𝗈𝖼𝗈𝗅𝖺𝗍𝖾 𝗒 𝖼𝖺𝗅𝗈𝗋 𝖽𝖾 𝗁𝗈𝗀𝗎𝖾𝗋𝖺.
— Mi Nombre es Jean Grey, soy una mutante. Después de lo que sucedió fui a buscarte para ofrecer una pequeña ayuda, ya que en el caso de los humanos, no tienen muchas ofertas de una mano amable cuando comienzan a volar. Estás en mi apartamento, te pedí una oportunidad para enseñarte que puedo hacer por ti, y tentativamente aceptaste. En primer lugar, estabilicé tu psiquis, apuntalé algunas cosas y quité otras de lugar para que tu fluidez de pensamiento, acumulación de información y capacidad de reacción no tengan tanta interferencia. Todo sigue exactamente igual, pero la parte del trauma que te congelaba va a estar un tiempo dormida. —
Bob Reynolds — Bien, toma una bocanada de aire lentamente hasta llenar tus pulmones. Sostenlo seis segundos, ocho sería genial, y lentamente deja que el aire se salga. Relaja los hombros, deja de apretar la mandíbula y quiero que internalices el hecho que no hay nada en tres estrellas a la redonda que vaya a poder tocarte si yo no lo permito. Estás seguro. —
𝖲𝖾𝗋 𝗎𝗇 𝗉𝗋𝗈𝖿𝖾𝗌𝗈𝗋 𝖾𝗇 𝖾𝗅 𝗂𝗇𝗌𝗍𝗂𝗍𝗎𝗍𝗈 𝗍𝖾𝗇ı́𝖺 𝗆𝖾𝗇𝗈𝗌 𝗊𝗎𝖾 𝗏𝖾𝗋 𝗌𝗈𝖻𝗋𝖾 𝗅𝖺𝗌 𝖼𝗎𝖺𝗅𝗂𝖿𝗂𝖼𝖺𝖼𝗂𝗈𝗇𝖾𝗌 𝗊𝗎𝖾 𝗉𝗎𝖽𝗂𝖾𝗋𝖺 𝖽𝖺𝗋 𝗎𝗇𝗈𝗌 𝗄𝗂𝗅𝗈𝗀𝗋𝖺𝗆𝗈𝗌 𝖽𝖾 𝗅𝗂𝖻𝗋𝗈𝗌 𝗒 𝗆𝖺́𝗌 𝖼𝗈𝗇 𝖾𝗅 𝖺𝗎𝗍𝖾́𝗇𝗍𝗂𝖼𝗈 𝖼𝗈𝗇𝖼𝖾𝗉𝗍𝗈 𝖽𝖾 𝗌𝖾𝗋 𝗎𝗇 𝖾𝗑𝗉𝖾𝗋𝗍𝗈. 𝖯𝗈𝗋 𝗌𝗎𝗉𝗎𝖾𝗌𝗍𝗈, 𝗅𝖺 𝗉𝗌𝗂𝖼𝗈𝗅𝗈𝗀ı́𝖺 𝗌𝖾 𝖾𝖼𝗁𝖺𝖻𝖺 𝖺 𝗅𝗈𝗌 𝗉𝗂𝖾𝗌 𝖽𝖾 𝗅𝗈𝗌 𝗀𝗋𝖺𝗇𝖽𝖾𝗌 𝗉𝖾𝗇𝗌𝖺𝖽𝗈𝗋𝖾𝗌, 𝗉𝖾𝗋𝗈 𝗎𝗇 𝗉𝗌𝗂𝖼𝗈 𝖺𝖼𝗈𝗆𝗉𝖺𝗇̃𝖺𝗇𝗍𝖾 𝗇𝗈 𝗉𝗋𝖾𝗍𝖾𝗇𝖽ı́𝖺 𝗏𝖾𝗇𝗂𝗋 𝖼𝗈𝗇 𝗅𝖺 𝖼𝗎𝗋𝖺 𝗆𝖺́𝗀𝗂𝖼𝖺 𝗇𝗂 𝖾𝗅 𝖺𝗓𝗈𝗍𝖾 𝖼𝖾𝗋𝗍𝖾𝗋𝗈 𝗊𝗎𝖾 𝗍𝖾 𝗂𝗆𝗉𝗎𝗅𝗌𝖾 𝖺𝗅 𝖼𝖺𝗆𝗂𝗇𝗈 𝖼𝗈𝗋𝗋𝖾𝖼𝗍𝗈. 𝖤𝗋𝖺 𝗎𝗇 𝖾𝗇𝖿𝖾𝗋𝗆𝖾𝗋𝗈 𝗊𝗎𝖾 𝖼𝗎𝗋𝖺𝖻𝖺 𝗅𝖺𝗌 𝗁𝖾𝗋𝗂𝖽𝖺𝗌 𝖽𝖾𝗅 𝖼𝖺𝗆𝗂𝗇𝗈, 𝗎𝗇 𝖼𝖺𝗋𝗍𝗈́𝗀𝗋𝖺𝖿𝗈 𝗊𝗎𝖾 𝗌𝗈𝗌𝗍𝖾𝗇ı́𝖺 𝖾𝗅 𝗉𝖺𝗉𝖾𝗅 𝗆𝗂𝖾𝗇𝗍𝗋𝖺𝗌 𝗍𝗎́ 𝖽𝗂𝖻𝗎𝗃𝖺𝖻𝖺𝗌 𝗅𝗈𝗌 𝗌𝖾𝗇𝖽𝖾𝗋𝗈𝗌, 𝗅𝖺 𝗉𝖾𝗋𝗌𝗈𝗇𝖺 𝗊𝗎𝖾 𝗌𝗈𝗌𝗍𝖾𝗇ı́𝖺 𝗍𝗎 𝗆𝖺𝗇𝗈 𝖺𝗅 𝗍𝗋𝗈𝗉𝖾𝗓𝖺𝗋, 𝗇𝗈 𝖾𝗅 𝗊𝗎𝖾 𝗍𝖾 𝖼𝖺𝗋𝗀𝖺𝖻𝖺.
— Vas a sentirte un poco desorientado por unos minutos, no entres en pánico, los recuerdos están reorganizándose. Voy a narrar lo que sucedió hoy, no para educarte, sino para que lo que está buscando regresar a su lugar tenga un punto de partida. —
𝖴𝗇𝖺 𝖼𝗁𝖺𝗋𝗈𝗅𝖺 𝖽𝖾 𝗀𝖺𝗅𝗅𝖾𝗍𝖺𝗌 𝗏𝗈𝗅𝗈́ 𝖽𝖾𝗅 𝖺𝗉𝖺𝗋𝖺𝖽𝗈𝗋 𝗁𝖺𝖼𝗂𝖺 𝗅𝖺 𝗆𝖾𝗌𝗂𝗅𝗅𝖺 𝖽𝖾 𝖼𝖺𝖿𝖾́, 𝗅𝖺𝗌 𝗍𝖺𝗓𝖺𝗌 𝗁𝗎𝗆𝖾𝖺𝖻𝖺𝗇 𝖺𝗇𝗂𝗆𝖺𝖽𝖺𝗌 𝖽𝗂𝖻𝗎𝗃𝖺𝗇𝖽𝗈 𝗍𝖾𝗋𝗇𝗎𝗋𝖺𝗌 𝗌𝗂𝗇 𝗌𝖾𝗇𝗍𝗂𝖽𝗈 𝖾𝗇 𝖾𝗅 𝖺𝗂𝗋𝖾 𝖼𝗈𝗇 𝖺𝗋𝗈𝗆𝖺 𝖺 𝖼𝗁𝗈𝖼𝗈𝗅𝖺𝗍𝖾 𝗒 𝖼𝖺𝗅𝗈𝗋 𝖽𝖾 𝗁𝗈𝗀𝗎𝖾𝗋𝖺.
— Mi Nombre es Jean Grey, soy una mutante. Después de lo que sucedió fui a buscarte para ofrecer una pequeña ayuda, ya que en el caso de los humanos, no tienen muchas ofertas de una mano amable cuando comienzan a volar. Estás en mi apartamento, te pedí una oportunidad para enseñarte que puedo hacer por ti, y tentativamente aceptaste. En primer lugar, estabilicé tu psiquis, apuntalé algunas cosas y quité otras de lugar para que tu fluidez de pensamiento, acumulación de información y capacidad de reacción no tengan tanta interferencia. Todo sigue exactamente igual, pero la parte del trauma que te congelaba va a estar un tiempo dormida. —
[dream_scarlet_donkey_841]