Raphael Veyrith, conocido entre los humanos como Seren, existía mucho antes de que la Tierra siquiera supiera de su existencia, un ser cuya esencia no podía ser contenida por planos mortales ni por la comprensión humana. Aparenta 23 años, nacido un 15 de septiembre de 1902, y aunque su forma parece la de un joven perfecto y etéreo, su verdadera naturaleza es infinitamente más compleja: mitad ángel, mitad demonio, un nephilim caído cuya vida ha sido marcada por siglos de conocimiento, sufrimiento y poder contenido. Bisexual, versátil pero con tendencia dominante, Alfa por naturaleza, su sola presencia impone respeto y atrae sin esfuerzo, y su aroma, fuerte y atrayente, mezcla bosque húmedo, incienso antiguo y una esencia inefable que envuelve todo a su alrededor, anunciando que la llegada de un ser así no puede pasar inadvertida.
Su cabello morado, con mechones plateados que capturan y reflejan la luz de manera etérea, cae desordenado sobre sus hombros y espalda, mientras sus ojos, uno violeta profundo y el otro rojo carmesí, guardan siglos de experiencia, sabiduría y un poder que arde con intensidad silenciosa, reflejando su dualidad entre luz y sombra. Su piel pálida está marcada por los cien latigazos que los dioses le infligieron, cicatrices que palpitan con dolor eterno, recordándole la brutalidad de su castigo y la fragilidad que acompaña incluso a los seres más poderosos. Sin embargo, cada gesto suyo, por pequeño que sea, mantiene la gracia letal de un Alfa; cada movimiento irradia autoridad, magnetismo y peligro, mostrando que, incluso herido, su fuerza sobrepasa cualquier límite mortal.
Antes de su caída a la Tierra, Raphael existía entre planos desconocidos para los humanos, navegando corrientes de energía pura, sombras y luz celestial entrelazadas, absorbiendo secretos y conocimientos prohibidos que ningún mortal podría comprender. Su inteligencia era tan afilada como sus instintos, y la soledad que lo acompañaba lo había moldeado en un ser calculador, astuto y profundamente observador. Su curiosidad, heredada de la mezcla de linajes y reforzada por siglos de aislamiento, lo empujaba a explorar, a conocer y a probar los límites de su poder, mientras el fuego antiguo de su rencor y melancolía latía silencioso en su interior.
Cuando finalmente cayó a la Tierra, el impacto lo dejó débil y vulnerable, su cuerpo marcado por siglos de castigo y su mente nublada por la transición. Sus instintos de supervivencia se activaron de inmediato, y su primera reacción fue arrastrarse entre la maleza, sus sentidos sobrenaturales captando cada vibración y energía que cruzaba su entorno. Guiado por hambre y necesidad, comenzó a alimentarse de los animales que encontraba, un acto que reflejaba tanto su fragilidad como la fuerza contenida en su naturaleza salvaje y prohibida. Cada gesto, cada respiración, transmitía que Raphael era un ser que existía entre mundos: mitad luz, mitad sombra, mitad ángel, mitad demonio, un Alfa cuya presencia alteraría todo lo que tocara.
Separado de Lucian, su hermano mayor, del que desconoce la mayoría de los secretos y cuya existencia había sido cuidadosamente ocultada por la familia Veyrith, Raphael encarna misterio, peligro y la promesa de un reencuentro cargado de emociones y conflictos que pondrán a prueba todo lo que ambos creían saber sobre su linaje y sobre sí mismos. Mientras la bruma se arremolina a su alrededor en el bosque, cubriendo su figura etérea, sus heridas y su aura de poder y magnetismo, queda en suspenso la pregunta que lo acompañará siempre: ¿qué hará ahora que ha caído a la Tierra y comenzado su historia entre mortales, magia y secretos que todavía no ha descubierto, mientras el mundo ignora la magnitud de lo que ha llegado?