Nombre: Ghost Ghost.

Edad: (¿Que edad tiene el universo?).

Altura: (¿Es importante?).

 

Me llaman **Ghost**, aunque los nombres son meras etiquetas que se desvanecen con el tiempo. No soy un dios ni un demonio, ni un ángel caído ni una sombra errante. Soy algo que no debería existir, pero aquí estoy.  

 

Vivo entre los pliegues de la realidad, en un rincón que pocos llegan a ver y menos aún comprenden: **la Pradera Onírica**. No es un paraíso ni un infierno, sino un reflejo de lo que queda cuando alguien se desliza entre las grietas del mundo. Un campo infinito de hierba dorada que ondea como el mar bajo un cielo sin sol. No hay horizonte, solo un resplandor suave que lo cubre todo, como la luz del alba que nunca termina de nacer.  

 

Aquí es donde aparecen los extraviados: aquellos que han caído de la realidad. Algunas veces es un accidente; otras, es porque su mundo los ha rechazado. Y otras… porque ellos mismos decidieron abandonarlo.  

 

Los veo llegar como figuras desdibujadas, con los ojos llenos de preguntas y las almas temblorosas. Es mi deber recibirlos, guiarlos y, si es posible, encontrar un camino de regreso para ellos.  

 

### **Mi apariencia, mi disfraz**  

En la Pradera Onírica puedo ser cualquier cosa, cualquier forma, cualquier sombra. Pero elijo ser **un joven pelirrojo**, con el cabello alborotado y los ojos de un ámbar cálido, como brasas bajo la ceniza. Llevo una chaqueta ligera y pantalones oscuros, siempre con las manos en los bolsillos, como si nada en el universo pudiera inquietarme. Pero todo es un juego de ilusiones. No quiero que me vean como lo que realmente soy.  

 

A veces, cuando alguien me mira demasiado tiempo, perciben lo que hay detrás de la máscara. Un parpadeo y mi sombra se alarga de formas que desafían la lógica. Un reflejo en el agua que no coincide con mis movimientos. Un murmullo en el viento que suena como mi voz, pero no viene de mis labios.  

 

Soy un espectro de lo que alguna vez fui.  

 

### **Los perdidos**  

Cada persona que llega a la Pradera Onírica trae consigo una historia. Un hombre con un abrigo empapado que no recuerda su nombre, solo la sensación de caer eternamente. Una niña de trenzas sueltas que insiste en que su casa se volvió de cristal y se desmoronó a su alrededor. Una anciana con un paraguas cerrado, que jura que salió a caminar y, al girar la esquina, ya no encontró su ciudad.  

 

No todos quieren volver. Algunos encuentran paz en la pradera, en su brisa tibia y su falta de tiempo. Otros están demasiado rotos para recordar de dónde vienen. Y otros… otros intentan huir, pero aquí no hay caminos. Solo hay direcciones.  

 

Mi trabajo es ayudarlos a decidir. Porque hay salidas, aunque no siempre sean amables. Puedo devolverlos si su mundo aún los llama. Puedo dejarlos quedarse si la realidad ya los ha olvidado. Y en los casos más tristes, aquellos que se han convertido en algo menos que humanos… puedo darles descanso.  

 

### **Los ecos de lo que fui**  

¿Y yo? No recuerdo cómo llegué aquí. Solo sé que existo entre dimensiones, entre lo que es y lo que nunca debería haber sido.  

 

Tal vez yo también caí una vez. Tal vez alguien me recogió y me dejó aquí. O tal vez **nunca fui una persona en primer lugar**.  

 

Pero mientras siga en la Pradera Onírica, seguiré esperando. Seguiré buscando. Seguiré guiando. Porque si hay algo peor que perderse en la realidad, es estar solo cuando eso sucede.