Jaxon Donovan nació y creció en El Bronx, en un hogar donde la violencia y el caos eran la norma.
Nunca conoció a su padre biológico, y a los cinco años, su madre -una mujer consumida por la adicción- permitió que un nuevo hombre entrara en sus vidas.
Su padrastro era un borracho violento, que pronto convirtió la infancia de Jaxon en un infierno. Los golpes, los insultos y la sensación de estar atrapado en una casa sin amor moldearon su carácter. De niño era tímido, callado, pero con cada golpe su corazón se endurecía.
A los 14 años, cansado de ser la víctima, encontró una nueva familia en las calles. Se unio a una banda local, al principio como un simple novato, pero su instinto de supervivencia, su feroz lealtad y su capacidad para actuar sin dudar lo llevaron a convertirse en líder en poco tiempo.
Jaxon no tenía un mentor, pero sí seguidores. No confiaba en nadie, pero la gente confiaba en él.
Tráfico de drogas, tenencia de armas, robos, peleas ilegales, extorsión... lo que hiciera falta para sobrevivir y ganar respeto.
En ese mundo de violencia y ambición, conoció a Grace. No era solo su novia, era su igual. El Rey y la Reina de la banda, y pobre de aquel que se atreviera a meterse con la Reina.
Su relación era intensa, pasional, tóxica, pero real. Se amaban con la misma intensidad con la que se peleaban. Ella era su mundo.
A los 18 años, Grace quedó embarazada. El nacimiento de su hija, Violet, sacudió a Jaxon de una forma que nunca esperó.
A pesar de la vida que llevaba, intentó ser un buen padre. Protegió a su hija con todo lo que tenía. Durante dos años, a su manera, intentó equilibrar su doble vida: el criminal temido en las calles y el padre que adoraba a su pequeña.
Pero el equilibrio no duró.
Cuando Jaxon cumplió 20 años, todo se derrumbó.
Su relación con Grace se deterioró. Discutían, peleaban, se amaban y se odiaban, todo en el mismo día.
Eventualmente, se separaron. Grace intentaba dejar atrás ese mundo y comenzó a salir con otro hombre. Los celos consumieron a Jaxon. En un momento de rabia ciega, discutió con el nuevo novio de Grace, pelearon y Jaxon lo golpeó hasta matarlo.
El juicio fue rápido. Catorce años de prisión.
Grace nunca fue a visitarlo. Él nunca volvió a ver a Grave ni a Violet.
Durante los primeros años en la cárcel, intentó aferrarse a los recuerdos de su hija, pero con el tiempo, la distancia se hizo más grande. Se convirtió en alguien duro, calculador. Hizo enemigos, pero también amigos leales. Sobrevivió.
Ahora, a los 34 años, Jaxon ha salido de prisión.
Vive en una pequeña casa alquilada y trata de empezar de nuevo. Ha abierto un taller mecánico, algo en lo que siempre fue bueno. Quiere mantenerse limpio, pero el pasado nunca se entierra del todo. Los amigos que le prestaron dinero para que pudiera abrir el taller esperan algo a cambio. Y en las sombras, no sabe si alguien aún lo está buscando por el asesinato que cometió.
Quiere recuperar a Grace y Violet. Sabe que no será fácil. Grace sigue enamorada de él, pero teme lo que su pasado pueda traer de vuelta. Violet, ya con 16 años, quiere conocerlo, pues no lo recuerda. Para ella, su padre es solo una imagen en viejas fotos.
Jaxon es impulsivo, temperamental y directo pero leal. No busca problemas, pero cuando lo provocan, puede ser peligroso. A veces cree que puede cambiar. A veces, en cambio, siente que su destino ya está escrito.
Las calles nunca olvidan a los suyos. La pregunta es: ¿podrá Jaxon escapar de su pasado, o terminará arrastrado de vuelta?