||° Línea presente #PreCross ||
16 años antes.
El reflejo dorado con el que el atardecer dejaba su última dentellada en un cielo despejado se colaba a través de los ventanales que decoraban las estancias del Sunrise garden, mientras como cada fin de semana, antes de dormir, sus miembros se preparaban para la Noche en grupo, en la que podían elegir desde algún juego de mesa hasta una película para ver todos juntos, e incluso los más creativos y atrevidos se animaban a hacer actuaciones, bailes o teatrillos que habían ido preparando a lo largo de la semana.
Al principio era una forma de intentar integrar a los nuevos, que a menudo llegaban asustados y confundidos, con presentaciones, juegos y yincanas en las que podías ganarte pegatinas, chucherías o algún detalle simbólico similar, pero con el tiempo acabó convirtiéndose en tradición.
Ese sábado en teoría se había decidido por mayoría que se vería una película, aunque para cuando se hubo terminado la hora de la cena nadie parecía ponerse de acuerdo acerca de cuál, por lo que ,aburrido como estaba con la situación, Aaron se levantó de la silla del comedor con todo el sigilo que era capaz, seguido de cerca por Wylla, que todo el tiempo había estado tumbada a los pies del muchachito por si le caía alguna sobra. Correteó, animado unas cuantas filas más adelante hasta donde se encontraba Crys para darle un toquecillo suavito en el hombro con el que llamar su atención .-¡ Tú la llevas!- Susurró con una risita y la cachorrita de loba dejó escapar un ladrido alegre mientras los dos amigos ahora atravesaban a zancadas las dos siguientes filas para llegar a Rosie, que estaba concentrada en una conversación que versaba acerca de qué postre era el mejor con un compañero de segundo .Se sobresaltó cuando Crys llegó y le rozó el hombro con una risotada a la que tanto Aaron como ella se sumaron.
Los tres se desperdigaron por la sala y la niña fue en busca de Will, que para ese entonces ya se sentaba con los de tercero.- ¡ Tú la llevas!- Hizo lo propio, tirando despacio de la camisa del mayor y echó a correr .Will encogió un hombro, esbozó un mohín divertido y, sin más remedio, salió tras ellos.
-¡ Listos o no, allá voy!- Desde su escondite Rosie escuchaba la vocecilla de Aaron.
Alzó un poco la tapa del arcón, llevándose una manita a los labios para evitar hacer ruido. Eran cerca de las nueve y poco a poco la luz de unas cuantas farolas y lámparas sustituía al astro rey.
En cuanto se les había presentado la oportunidad, el grupo subió de dos en dos los escalones de la escalera de caracol del recibidor, por la que se accedía al resto de habitaciones y salas. Aaron contaba abajo, a unos pasos de la enorme puerta de cristal que daba al comedor. Crys se escondió debajo de un banco en la primera planta, correspondiente a las habitaciones de primero, segundo y guardería. Will hizo lo propio, agazapado tras una puerta de madera por la que se accedía a la sala de estar, ubicada a la derecha, también en la primera planta, y Rosie encontró en un arcón junto al guardarropa el escondite perfecto.
Un cosquilleo similar al que le producía subirse a las atracciones del paseo marítimo o cuando conseguía que el columpio del patio trasero alcanzara un punto alto agitó su estómago, e inevitablemente todos sus esfuerzos por intentar aguantar la risa cayeron en saco roto en el momento en el que el rostro de su amigo asomó por el pequeño hueco .- ¡Te pillé! - La niña articulo un "jo", resignada, aceptando la mano de Aaron, que ahora le dedicaba una sonrisa triunfal mientras Wylla le daba un lamentón en la nariz.
Entonces le llegó el turno de contar a Rosie.
-Uno, dos...- Aaron y Crys corrieron escaleras arriba, mientras que Will decidió esconderse por la planta baja, tal y como Kassy, su tutora, les había dicho alguna vez, para evitar molestar al resto.- Tres, cuatro, cinco...- Un rato después de que los pasos de sus amigos se alejaran, a pesar de que dentro del comedor todavía seguía habiendo algo de barullo , la niña escuchó cómo a su izquierda la puerta de la enfermería se abría con un desagradable chirrido. De inmediato alzó la cabeza solo un poco para asegurarse de que no era nadie que pudiera reñirles, pero en su lugar,de ella salió el Doctor Finn junto a Marcus y Dave, de segundo, Joe, que iba con ella a primero y Diana, de tercero.
Los cuatro solían ser bastante amables con ella. Marcus y Dave a menudo se unían a sus aventuras con Aaron ,Joe, aunque no hablaba mucho, compartía con ellos las galletas a la hora del almuerzo, y Diana siempre ayudaba cuando alguna tarea no les salía.
Rosie quiso saludar a Diana, pero reparó en que su compañera ni siquiera la miraba pese a haber pasado por su lado. De hecho, ninguno parecía prestar atención a nada que no fuera el suelo. Por más que lo intentara, ninguna de las veces que la pequeña pronunció su nombre con aquella sombra de duda funcionó.
Había querido preguntar si se encontraba enferma, si estaba bien, ¿ Por qué iban con aquel hombre de la bata blanca? No había habido ni rastro de ella durante la cena y tampoco a la hora del recreo, y eso que Aaron y Rosie habían estado buscando durante un buen rato.
Pero,más que enfermos, daban la sensación de estar tristes, apagados, o eso le pareció. No interactuaban entre ellos, iban con la cabeza gacha, su piel se había tornado pálida, casi grisacea , febril y su mirada parecía perdida , lo cual preocupó a la niña lo suficiente como para olvidarse de que era su turno.
Rosie los siguió hasta cruzar un portón que daba a las aulas y atravesó un largo pasillo para acabar llegando al torreón norte.
Al haber sido edificado sobre las ruinas de un antiguo palacio, el entramado del Sunrise garden era laberíntico, lleno de salas, habitaciones y recovecos donde podías esconderte durante horas y nadie te encontraría. Incluso contaba con un jardín considerable que rodeaba todo el edificio y un patio interior al que los pequeños solían ir durante la hora del recreo los días de lluvia, que se alzaba sobre los restos de lo que los expertos en el tema consideraban que podría haber sido un antiguo invernadero o una casa de fieras a juzgar por sus dimensiones.
El lugar había sido escuela, refugio , monasterio y, desde hacía unos doscientos años daba cobijo a aquellos niños con habilidades extraordinarias procedentes de los distintos puntos sobre los que se encontraban los diferentes portales , que por un motivo u otro habían sido abandonados a su suerte. Allí se les enseñaba, cuidaba y daba una mejor vida de la que hubieran podido tener en las calles.
Del esplendor que se deducía de antaño actualmente sólo quedaba el amplio patio interior, un pozo, escudos que habían sido picados a conciencia, los muros y el torreón norte, aunque algunos historiadores hablaban de la existencia de una red de túneles que conectaba el resto de la ciudad con el enclave, que todavía podían seguir en pie.
Para quienes como Rosie se habían criado entre sus paredes, era más fácil pensar en el Sunrise como un lugar lleno de grandeza que como el sitio al que ibas cuando eras un bicho raro al que nadie quería.
Tras acceder al torreón, el periplo por las estancias del orfanato, en su afán por seguirle la pista al Doctor, acabó frente a uno de los tres almacenes donde se guardaba la ropa, materiales y juegos que no iban a utilizarse durante el trimestre.
Tomó aire en un penoso intento por armarse de valor y recupar el resuello para, tras un tiempo prudencial, posar una manita en el picaporte. No obstante, antes siquiera de poder hacer nada, alguien rozó su hombro y la niña se sobresaltó, ahogando un grito que se esfumó al darse cuenta de que había sido Will.- ¿Ya no jugamos? - Cuestionó el niño. Rosie tan sólo fue capaz de señalar la puerta, con la frente ligeramente arrugada para decir : - Se los ha llevado. Va a sacarles sangre otra vez...- Pero, sin lugar a dudas lo que más consiguió asustar a la pequeña fue la expresión de su amigo, con el rostro pálido al escucharla hablar y los labios casi blanquecinos mientras le daba la mano de forma apresurada.-¿ Estás segura?-Rosie asintió varias veces, firme. El Doctor Finn era de los malos, de eso estaba segura, tanto como para que el temor se tornara determinación.
Finn era un hombre alto, muy alto y de pelo cano que llevaba una impoluta bata blanca, serio y que venía una vez al mes para llevar a cabo las revisiones rutinarias.
Llegaba por la mañana temprano, los niños se ponían en fila por orden de curso frente a la enfermería y él los medía, los pesaba, se aseguraba de que todo estaba en orden, y, al final, acaba extrayendo una pequeña muestra de sangre antes de darles un bastoncillo de caramelo o una piruleta a los que se portaban bien en el proceso. Rosie nunca probaba bocado de aquellos dulces .
- Si están malos, igual han ido a por mantas para ir al sitio de los niños pochos.- Apuntó Will, apretándole la mano con suavidad, a lo que ella negó.- Se los ha llevado.-Repitió, siendo cada vez más evidente su preocupación .- Tenemos que ir a buscarlos...- Tiró de la manita del mayor, que frenó.- A Kassy no le va a gustar. Nos va a reñir, es mejor volver.
- Pero tú eres de los mayores. Si voy contigo, igual no nos riñe.- Una pequeña sonrisa por parte de Rosie arrancó de labios ajenos un suspiro. - Si vamos y no están ahí dentro ,¿Te quedarías más tranquila?- La niña una vez más asintió.
Un único empujón bastó.
El almacén era una habitación grande, lo suficiente como para albergar cajas y cajas, muebles viejos, y seguir teniendo espacio. Además contaba con una chimenea a la que no se le daba ningún uso desde hacía siglos .
Will andaba junto a ella, cerca, escudriñando cada rincón con cautela, y ambos buscaron, rebuscaron, pero en la habitación, en efecto, tan sólo hallaron silencio.-¿Ves? No hay nada. Lo mismo se han ido ya. -Con algo de prisa, Will tiró de nuevo de la mano de Rosie , instándola a salir de allí, y al ver que todavía arrugaba la frente ,acabó diciendo :- Cuando se pongan buenos, podrán unirse a jugar otra vez,pero si no volvemos ya, nos van a reñir.- Aunque la respuesta de Will no terminaba de. tranquilizarla, al final Rosie tuvo que darle la razón.
Y, en eso estaban, pensando en regresar con el resto, cuando de las paredes de la chimenea emergió un humo blanco que inundó la estancia junto a breves destellos de una luz verdosa que iba de un lado a otro hasta desaparecer, haciendo que ambos compartieran una mirada. La de Rosie contrariada, la de Will, por contra, reflejaba unos ojos grises abiertos como platos que casi parecían salirse de sus orbitas.- ¡ Mira, mira ! Es ahí, ¿Ves? Sé lo que vi. -Estuvo a punto de echar a correr hacia la chimenea , pero Will la detuvo.- Finn es un Doctor, no Papá Noel. Los Doctores no se cuelan por chimeneas.
- ¡ Pues claro que no! Pero Papá Noel es de los buenos y el Doctor es un señor malo. Se lleva a los niños para que el Hombre del saco se los coma.- Arrugó la naricita, e intentó zafarse una vez más .
- Eso es mentira, el Hombre del saco no existe. Y yo no quiero que me coman.
- ¡ Es verdad! Sí que existe, yo lo vi.- Rosie hizo un puchero con el que a duras penas pudo controlar las ganas de llorar, aunque se esforzó.- Viene por la noche y se queda mirando así.- Se acercó algo más y abrió los ojos cuan grandes eran tal y como lo haría un búho.- Y luego se lleva a los niños a su cueva.- Durante un instante soltó el agarre de Will y, directa, fue a la chimenea para estudiarla a conciencia, mirándola de arriba a abajo, sólo para caer en la cuenta de que aquel humo ya no estaba allí, ¡ Se había esfumado delante de sus narices! -¿Lo ves? La chimenea está rota. Así que ni Papá Noel ni El Hombre del saco ni ningún malo puede pasar.- Apuntó Will con cierto orgullo por su respuesta .- ¿Podemos irnos?-Insistió, y a la pequeña no le quedó más remedio que aceptar la derrota y volvió a darle la manita a su amigo para salir, no sin lanzar pequeñas miradas hacia atrás.
Ya en la puerta se escuchó un estruendo tan fuerte que el mismo suelo tembló hasta casi rajarse. Lo que en un principio había sido un humo blanquecino, se tornó verdoso cuando de las paredes de la chimenea ahora se escurría un líquido de una apagada tonalidad marrón.
Los dos niños gritaron con todas sus fuerzas. Will tiró de Rosie hacia afuera y ambos corrieron pasillo abajo sin detenerse a mirar a atrás.
Pese a las pesadillas que siguieron al extraño evento, no volvieron a tocar el tema hasta unos años más tarde, cuando la historia volvió a repetirse.
Cuatro niños de entre seis y quince años desaparecieron del orfanato sin dejar el más mínimo rastro. Dentro lo único que se decía una y otra vez cuando a alguien le daba por preguntar era que ya habían encontrado una familia para ellos, que iban a estar bien cuidados y que, en definitiva, no había por qué preocuparse por nada.
Un buen día, un hombre y una mujer de mediana edad que se dedicaban a las labores del campo se encontraron con dos cuerpos , ya esqueletos intactos de camino a hacer su jornada, gracias a su mastín.
El hallazgo se realizó en la falda de la colina, a unos kilómetros del Sunrise. Junto a sus pertenencias, esparcidas como si fueran un ajuar, se encontraron dos chapitas de metal con el nombre del centro.
La investigación que se llevó a cabo no reveló mucho, en los cuerpos, ni en la zona en sí, por lo que el caso se cerró como un accidente súbito, y aunque lograron identificarlos, de Marcus, Dave, Joe y Diana no volvió a saberse nunca más.