Ha pasado casi un mes del festival de Seijaku y llegó el día aún más esperado por Koi. Su cumpleaños. 16 años que le permitían pasar a la edad adulta en Seijaku, lo que conlleva también que los sabios le cuenten algunos de los secretos de su pueblo. La hechicera se despertó muy pronto esa mañana para prepararse. Ese día era importante para ella por muchos motivos, besó su cicatriz y rezó pensando en su pasado, antes de ponerse en marcha. Los extraños sucesos de los alrededores de Seijaku parecían haberse arreglado, aunque no hallaron el motivo y eso aún ocupaba sus pensamientos, pero tenía que dejarlo atrás por hoy. No volvió a aparecer un portal inestable desde hacía ya una semana. 

 

Protocolo y preparación del té, era la primera prueba. El comercio del té en Seijaku era lo más importante para su economía. Conocimientos sobre proverbios y ancestros de Seijaku, la segunda prueba. En algún momento dudó con un par de proverbios pero consiguió la calma necesaria para recordarlos. Por último, el baile tradicional de cinta o abanico. Koi eligió el de cinta. Todas las pruebas se hacían sólo frente a los sabios de Seijaku, excepto esta. La última se celebraba en el centro del pueblo, a la vista de amigos y vecinos. Encima de una plataforma de madera, Koi inició su baile. Sintiéndose una con la cinta, Koi estaba concentrada en hacer ver esa cinta como si tuviera vida propia. Una brisa parecía provocar los movimientos, un giro con gracia, una espiral formaba en lo alto, caida ligera y la tomaba con la otra mano. Al ritmo de un gran taiko, esa cinta danzaba de manera que parecía parte del cuerpo de la joven.

Al finalizar Koi estuvo recibiendo ciertos mensajes de los sabios, que le revelaron algo muy importante. Uno de los bosques cercanos a Seijaku, permitía la entrada a la Tierra, con un hechizo que le mostraron y no podía revelar.

Y así Koi, terminó recibiendo la bendición de los sabios de Seijaku, convirtiéndose en una adulta de su querido pueblo. Si bien no había crecido tanto, lo vivido en sus últimas semanas la hicieron sentir mucho más mayor.

El día entero fue un festejo y finalizó subiendo a su querida montaña para observar las estrellas. Había sido un día largo.