Nombre: Ainé
Apellido: Kimura.
Edad: 17 años
Ocupación: Heredera del imperio Kimura
Descripción física: Ainé es una joven de 17 años de edad, es alta, de complexión delgada. De largo cabello negro con tonalidades violáceas apreciables a contraluz.
Es hábil en oratoria, de perfecta dicción, de maneras educadas y refinadas.
Ama la música clásica, la ópera y como pasatiempo, le gusta pintar al óleo o acuarela.
Ainé puede ser en ocasiones tímida, seria y un tanto elitista, dada la educación y el entorno en el que creció, pero tiene un lado amable, considerado y altruista. No suele muy empática ante lo desconocido, pero una vez es capaz de ver ambos lados de la moneda, puede mostrar simpatía y empatía.
Ainé nació dentro de una familia acomodada, de alto renombre dentro de la sociedad japonesa. Su padre, Kimura Takahiro se encargó siempre que Ainé recibiera la mejor educación que el dinero pudiera comprar.
En la escuela para señoritas Nishimura, aprendió teatro, danza, kendo y karate.
Ainé sabe que no es una chica común y corriente. Desde la edad de 12 años, descubrió tener ciertas habilidades que se ha visto obligada a esconder. Su padre, Takahiro, desde entonces ha aportado grandes sumas de dinero para la investigación y desarrollo de posibles curas o erradicaciones al mal que aqueja a su hija y a otros miles de seres humanos en el planeta. Lo que Kimura Takahiro llama “enfermedad” no es más que una mutación genética a la que se han visto sujetos algunos seres humanos desde su nacimiento, desde cambios generales en sus cuerpos, como la telequinesis, transformaciones, deformaciones y de más.
Al descubrir durante un accidente de auto que Ainé era capaz de manipular algunos elementos sin hacerse daño, supo que era una más de lo que él y en su “fundación” llaman “Fenómenos” y hará todo lo posible por impedir que el mundo se entere de dicha “tragedia”.
Ainé sin embargo, aún dentro de su esfera de cristal, desea descubrir y enterarse qué es dicha “enfermedad” y cómo fue que la adquirió, pues desde la muerte de su madre y la intervención de Ainé en dicho accidente, su padre no ha vuelto a dirigirle la palabra, evitándola todo el tiempo y dejándola a cargo de solo su personal de alta confianza.