Es tarde, más tarde de lo que querría. Subestimó el paso del tiempo buscando pistas que le ayuden a dar con el paradero de Adda. Y no sirvió para nada. Pero lo peor de todo es que va muy retrasado de vuelta al hotel a encontrarse con Thomas. Lo lamenta, tanto, que fuerza a su pierna a dar todo de sí en un burdo intento por llegar antes, más rápido. Y para cuando al fin se encuentra de pie en frente del lujoso recibidor, buscándole con la mirada hasta distinguir esa peculiar silueta de cabello dorado, tanto esa pierna como su brazo que sostiene el bastón se sacuden temblando por el esfuerzo. Resopla con fuerza, antes de reanudar el camino dirigiéndose hacia las escaleras. No quiere esperar ni un segundo más, no tiene paciencia ni cordura suficiente como para usar el elevador. Se sostiene con fuerza del pasamanos para ayudarse, escalón a escalón, testarudo como siempre ha sido. — Thomas —le llama, con la voz agotada y la garganta seca, agitado por el esfuerzo—, lo siento tanto... lamento llegar tan tarde. #ElBrujoCojo