Despertó en aquella cama, fría, con sudores correteando por la espalda, la frente y miedo, terror, pesadillas habían aparecido en su cuerpo quemándose despacio, una tras otra creando que el níveo pelo de Perséfone fuese una maraña.

Acariciaba las sábanas, ascendió hasta su rostro recogiendo con las yemas aquellas pequeñas perlas de sudor.

— Días…

Habló casi para sí misma.
Despertó en aquella cama, fría, con sudores correteando por la espalda, la frente y miedo, terror, pesadillas habían aparecido en su cuerpo quemándose despacio, una tras otra creando que el níveo pelo de Perséfone fuese una maraña. Acariciaba las sábanas, ascendió hasta su rostro recogiendo con las yemas aquellas pequeñas perlas de sudor. — Días… Habló casi para sí misma.
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