El humo del tabaco flotaba lento entre las luces amarillentas del bar. El murmullo de las voces se mezclaba con el golpe sordo de bolas en otras mesas.
Ella se inclinó sobre el tapete verde, con una sonrisa.
Quitó el triángulo con un movimiento suave, dejando que las bolas quedaran libres, esperando.
Sus dedos rozaron el borde del taco.
Se agachó un poco más, la mirada fija en la blanca. El aire pareció detenerse un instante.
El golpe fue seco, preciso. La bola corrió recta y estalló contra el grupo, desparramándolas con un chasquido limpio.
Ella se inclinó sobre el tapete verde, con una sonrisa.
Quitó el triángulo con un movimiento suave, dejando que las bolas quedaran libres, esperando.
Sus dedos rozaron el borde del taco.
Se agachó un poco más, la mirada fija en la blanca. El aire pareció detenerse un instante.
El golpe fue seco, preciso. La bola corrió recta y estalló contra el grupo, desparramándolas con un chasquido limpio.
El humo del tabaco flotaba lento entre las luces amarillentas del bar. El murmullo de las voces se mezclaba con el golpe sordo de bolas en otras mesas.
Ella se inclinó sobre el tapete verde, con una sonrisa.
Quitó el triángulo con un movimiento suave, dejando que las bolas quedaran libres, esperando.
Sus dedos rozaron el borde del taco.
Se agachó un poco más, la mirada fija en la blanca. El aire pareció detenerse un instante.
El golpe fue seco, preciso. La bola corrió recta y estalló contra el grupo, desparramándolas con un chasquido limpio.