Hazel caminaba por las calles empedradas de Eiderfall, con la capa rozando el suelo y el bastón golpeando a ritmo lento. Los frascos de su cinturón tintineaban con cada paso.
—Tres días sin señal de la Aguja Umbría... O han fallado… o me han vendido.
Se susurró a si misma, dando un suspiro resignado y sonoro, aumentando la velocidad de su paso.
—Tres días sin señal de la Aguja Umbría... O han fallado… o me han vendido.
Se susurró a si misma, dando un suspiro resignado y sonoro, aumentando la velocidad de su paso.
Hazel caminaba por las calles empedradas de Eiderfall, con la capa rozando el suelo y el bastón golpeando a ritmo lento. Los frascos de su cinturón tintineaban con cada paso.
—Tres días sin señal de la Aguja Umbría... O han fallado… o me han vendido.
Se susurró a si misma, dando un suspiro resignado y sonoro, aumentando la velocidad de su paso.

